borealara

El rosal y sus retoños

Cuando nació el rosal sintio miedo de los rayos de luz, del viento, del hielo, de la lluvia y de la noche. Cuando llegaba la noche el rosal se escondía en sí mismo, trataba de plegarse y estar atento de lo que ocurría. Paso el tiempo y el rosal crecía, sintio que ya no era el mismo, su tallos y sus ramas eran diferentes, sintió varios cambios. Un dia sintió que se estaba muriendo, no podía respirar, algo lo ahogaba, queria gritar pero no podía, a sí que poco a poco se iba debilitando. El tiempo pasaba y del rosal casí nada quedaba, pués la maleza lo había invadido, casí lo cubría por completo, no podía quitarse de encima a esas trepadoras. Pasaron los días y el rosal sentía que ese era su último día, así que miro al cielo y dijo para sí_ creo que ha llegado mi fín_no tengo la fuerza necesaria para quitarme el mal que me invade, así que esperaré a que me llames señor. Pasaron más días y el rosal aún respiraba, a pesar de su situación ahí estaba, jadeante y suplicante, decía_ hasta cuando se iran estos invasores. Un día sintió que ese era su fín, sintió que le arrancaban parte de su cuerpo, sintío que algo lo lastimaba, y miro al cielo y dijo_esto ya lo esperaba, pero de repente se miro, y se volvió a mirar y vió que el jardinero le había quitado más de la mitad de lo que el creía que era su cuerpo, miró que todo eso era lo que lo sofocaba, si, era maleza y solo maleza. Se miró joven y refrescante, miró al cielo y dijo_yo estoy vivo y fuerte, sólo eran intrusos los que me ahogaba, ahora quiero sentir que puedo crecer más fuerte. Pasó el tiempo y el rosal se volvió a sentir sofocado, pero esta vez, se miró varias veces y dijo_ he cambiado, he crecido, oh creo que madurado y he logrado florecer. Los días pasaban y el rosal se lleno de hermosa rosas, eso era lo que le daba felicidad. El rosal miro al cielo y en secreto suplicó:dejad que siempre tenga bellas rosas, solo eso pido. Con el tiempo el rosal enfermó y ya no tenía remedió, así que un día el jardinero lo cortó. El rosal ya sintió tristeza sólo sonrió y miro que sus frutos estaban retoñando en el mismo lugar donde el había dado frutos. De ara para los retoños.