Diaz Valero Alejandro José

El lenguaje del aposento

Confirmo que nuestro sexo

es en sí mismo, ya perfecto.

Nunca en nuestros aposentos

hubo tanto acoplamiento,

pues cada nuevo suspiro

se convierte en gemido

y cada nueva sensación

multiplica la acción,

y potencia las ganas

de seguir en la cama.

Es que el lenguaje del sexo

es ya nuestro dialecto,

porque no hay timidez

al llegar la desnudez;

y las dudas, casi todas,

se fueron de la alcoba

empujadas por la sensatez.

En cada fricción de piel

hay química perfecta

al unir nuestras siluetas;

los encuentros son mejores

con ansias y con sudores.

Disfrutamos en pareja

sin lamentos y sin quejas

porque ese enlace corporal

al mezclarse con lo espiritual

cuerpo y alma se reflejan.

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