Oscar Perez

Carne vuelta verbo

Carne vuelta verbo

 

¿Qué hacer contigo, cuerpo, si me sigues

por todas partes con tus ojos acendrados,

con esos huesos de roble o de serpiente,

con esos labios de besos no avisados,

qué hacer contigo cuerpo si me llamas,

en cada paso que retumba por mis sueños,

en cada esquirla que el oxígeno me asigna,

en cada cana que entreteje mi costado?

¿Acaso amar tu desnudez de arena o nieve,

o calzar tu estructura con camisas de agua,

con sobrios pantalones de horizonte y de rocío,

con la corbata azul de las perdidas esperanzas?

¿Acaso armar en tu cabello cien trigales

y oir cómo las aves meriendan tus semillas,

o voltear tanta piel alargada de tu sombra

para dar con la luz que te creó en el paraíso?

Te quiero, cuerpo, te pareces a mi infancia,

recuerdo azul, juguete verde en el oleaje

de tiempos, de paisajes, de arenas no habitadas,

de un niño que bendice tu bondad en el asombro

de sus manos unidas en la oración de cada tarde.

Te siento, cuerpo, como aquel cofre del tesoro,

como el capullo de la oruga, como el sobre,

que, guardando su misterio, sólo esperaron repartirlo,

sólo soñaron con la piel de otro cuerpo ya avistado

y que vendría a florecer junto a mi piel por largos años.

Me miro en el gentío de la noche luminosa,

me pierdo en el tumulto de las calles empedradas,

en cada rostro veo el mío transitando

de cuna a soledad, de beso a despedida,

de juventud a serio ceño contrariado.

Y digo finalmente- o sea, el fin se acerca-,

cuerpo, ven conmigo, no me falles en el paso

que, huella a huella, viene a devolverme la alegría,

la bufanda, la pelota que perdimos en el juego

y que sólo tú conoces en la emoción con que me abrazas

y en el amor con que repartes mi lagrimón de hombre maduro.

 

28 04 12