Paranoia

Las calles de mi ciudad atestadas de palomas.

 

 

No es tan mía la ciudad,
es de aquel desconocido
cual bullicio atesto sus manos
y de mis dedos brotaron
tempestades de un recuerdo;

La ciudad no es tan mía;
desde focos
al paso eléctrico
removiendo
el cementerio de hojas
cual paloma cayendo
y con ella mil,
cual sangre y lodo
manchando
las calles vacías
de la ciudad hibrida... 

La ciudad es tan tuya
como lo fue; lo fue...

lo fue ayer,
desde esquinas
atrapando el musgo
pegado a tu lengua 
atestada de asfalto;
entre rincones
ahorcando la voz 

que deje allí,
donde la tienes; -la tenías-
no me hables de vida,
de vida ya no hables,
ya
que
todo
cae
se
cae
atropellando
al pasado...

Tan tuya es la ciudad

tanto que los tantos son pocos

y en esta decadencia
 con mis costillas
y la lengua
lanzó piedras al vació

intentando que lleguen al espacio
-en las burbujas del universo-
borrando los sueños de tal roca
creyendo volar, creyendo tener vida,
creyendo viajar hasta fusionarse
con la muerte de una roca iracunda
atrapada por la electricidad;
aquella que dejaste en mi boca 

en las calles de mi ciudad, que fueron tuyas
y en el motivo de perderte
fueron arrojadas al mar (En Santiago no hay mar)
pero, hay un mar de lágrimas,
un mar que con el tiempo se va secando...
¡no esperes! 


 Muñeco de nieves...