Romanticologo

DE LA AMISTAD AL AMOR, EL LATIR DE UN CORAZÓN

Dos corazones rotos se topan sin deseos de amar y con mucho que remendar. Una sonrisa y una complicidad que nos allanaron del resto, muestras gratis de confianza e inherencia que lograron formar una fuerte amistad con bases en el cariño y la confidencia, con solo mirar tus ojos ya sabía lo que pensabas, era de esa magnitud la afinidad.

 

Tanta fidelidad, tanta lealtad, tanta asociación y compenetración que con el tiempo me robó el aliento, todo fue germen del nacimiento de un sentimiento tan profundo como el mar, de un miedo que ocultaba un deseo, un anhelo frustrado que hoy aturde cada día de mi vida.

 

Una manifestación de cariño constante llenaba mi pecho de alma y hacía latir mi corazón de una manera especial, ese abrazo fuerte que te hacía sentir segura, ese beso de amistad con aroma de ansias cerca de mi boca que hacía en mí cada vez más fuerte este apetito de ti, ese beso en el cuello que erizaba tu piel cuan invierno en el calor de mis brazos, un beso en la frente, otro en la nariz, una suave fricción de mis dedos por toda tu anatomía que exponía tus ansias, el coquetear de nuestras pestañas en tanta cercanía, el roce de mi nariz por el contorno de tu cara que subía la tención, ese calentar de mi piel que solo llegué a sentir con tus suaves manos, el vibrar de nuestros cuerpos en la oscuridad de mi cama que llenaban todo el lugar de pasión, delirio y frenesí.

 

Éramos ese juego a tentar que jugábamos cada día, éramos ese juego a tentar por el que ansiábamos tanto vivir cada día. Al estar contigo crecía mi esperanza, mi fe, eras la levadura que hacía crecer mi ternura, cuanto tiempo pasó y nunca salió de mi boca esa llave que abriera nuestros corazones y uniera nuestras vidas.

 

En lamentables circunstancias te fuiste de mi deseando seguir conmigo, dejando escapar mi alma con tantas ganas de amarte, te convertiste para mi en ese suspiro de cada mañana, de cada noche, en esa necesidad que hoy se manifiesta en cada frase sin censura que sale de mi boca, en ese latir que aun no se  extinguió y que solo pide un instante contigo.