Romanticologo

LA VIDA, UN COLISEO DE BATALLAS

Fuego de sangre,  la vida se puede tornar dura, murallas de travesía y obstáculos de dolor y dificultad se vuelven en contra de ti como un legado de espadas que atraviesan la carne y riegan las hojas verdes de sangre, la mancha rojiza oscurecida que deja el filo y ese cuerpo que cae ante el corte inverosímil, deja regado en el suelo la voluntad para seguir. El mundo se puede tornar en contra de ti, se reúnen tantas dificultades que la mente te traiciona y te vuelves esclavo del brete.

 

Tu vida que creías era un libreto pierde sentido, y sin embargo… debes levantarte antes de contar hasta diez, porque no sabemos el final de nuestro camino, solo la muerte es lo único conocido, entonces, ¿para qué rendirse? Tomemos el guante y apoyémoslo sobre el suelo para ayudar a levantar las piernas, y si el dolor es nuestro enemigo, aprendamos de él, seamos nuestros propios héroes y no nos dejemos vencer ante la oscuridad.

 

Firmes los pies, dándole el equilibrio para no ser abatido por los golpes duros que el destino te da, moviéndote de lado a lado para esquivar la agonía y darle un derechazo a aquello que nos fatiga. Siempre con voluntad,  con aquella fuerza motriz más fuerte que la electricidad o energía atómica aún.

 

Pronto te vas dando cuenta como el alma se va haciendo cada vez más fuerte y resistente a los golpes de la vida, te haces más sabio y preciso en tus enfoques, aprendes a valorar más aquello que tienes, y obtienes humildad para saber aceptar tus errores y a estar dispuesto a corregirlos, a no tomar decisiones tan apresuradamente y evaluar situaciones.

 

Y al final, las cicatrices que obtiene en batalla el espíritu, se vuelven trofeos de guerra; aprendizajes que solo se adquieren luchando y viviendo, y que son necesarios para madurar.