Carlo Enrique

Avistamientos I

La veo, regularmente de espaldas, no por ver su delicado trasero, sino porque cuando frente a mi se ubica, sencillamente desvío la mirada y me siento malo.

Luego la odio, y así de sencillo maquino intrincados laberintos de los que sus cabellos en tropel lívido y colgando su cuero ligero unas gotas aun rojas me sacan a paso ligero.

-Siento pánico.
Solía emitir frases cortas cuando nos encontrábamos y podíamos trabar palabras. Y es que dos personas de nuestra naturaleza no se conocen delante de la sociedad; dos seres de nuestra clase se resumen a interacciones, contradicciones de equilibrio y forma. Dijo eso cuando una vez me perdí en sus ojos y lágrimas brotaron de los míos cual niño ante lo aterrador que puede ser una casa vacía. Pero yo, definitivamente, no he olvidado las veces que estuve simplemente solo.