Idelfonso Buitrago Arango

COMPAÑERA

Podemos,  ahora,  compañera,

dejar a un lado los trastes de la muerte;

 

tomarnos tranquilamente de la mano

y en ellas, por un instante, izar nuestra bandera.

 

Olvidarnos,  por ahora, compañera,

de los hórridos afanes del combate;

 

echar  a caminar despreocupados

del miedo, del sigilo y el acecho,

 

y podernos repartir,  sin la codicia,

la tremolante lejanía de los astros.