Eugenio Sánchez

UN CACTUS ENAMORADO

 

Era  un sueño de un cactus solitario

que vivía allá en la montaña,

con el alma dormida y el corazón vacío

sin amor ni ilusión, solo existía.

 

Una mañana cuando el  sol nacía

divisó en la cima una princesa,

una retama en flor en mes de mayo

cuya beldad lo convirtió en cautivo.

 

Él, vestido de espinas y de alma huraña

ella delicada, fina,  de singular belleza

de sonrisa tierna y  de dulce  mirada,

muy  felices vivieron  su delirio.

 

Pero una tarde de negros nubarrones

un rayo despertó a la princesa

y volvió a mirar con otros ojos

y todo el amor que había florecido

se marchitó en ese mismo instante.

 

Hoy el cactus la espera en el paraje

hasta ver marchitado su pellejo,

porque ese amor por el cual vive y muere

es el único sustento de su vida.

 

Aunque pase invierno tras invierno

él nunca ha perdido la esperanza

de sentir su piel y su fragancia

y no podrá morir sin ver de cerca

a esa flor que es su  amor imposible.

 

La espera y sólo dejará de amarla

cuando su sabia seque y solo quede

un tronco seco en aquella ladera

y al cielo parta el alma enamorada.

 

 

Eugenio Sanchez