Víctor Sorchaga

Soneto primero

 

No creo mi palma muy ambiciosa

ni creo mi amor cordial en vano,

pues mi pecho sincero y llano

busca perenne tu alma hermosa.

 

Mas mi esencia yace nerviosa

y mi albedrío sufre temprano

por vehemente asir tu mano,

por cortejar tu piel lujosa.

 

Y sean los frutos y la flor

menos dulces y más sentidos

al posarse frente al candor

 

que mana de amores nacidos

de mieles y del corazón,

de oros y de soles fundidos.