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Unicornios

 

 

¿Donde descanzan y se alimentan los Unicornios?

Esta creatura carece de morada fija, su mansión propia es el Jardín, y siempre recuerda que es mensajero de una tierra extranjera.

Pero hay tiempos en que debe esperar, sencillamente, y mantenerse alerta. Por eso en el curso de sus viajes regresa a los lugares llamados las moradas, donde puede descansar seguro. Morada puede ser tan sólo un nido de aplastado heno oculto en altos pastizales o un lugar tupido en un declive oculto. También puede crearse santuario en el centro de un ensortijado arbusto de rosas silvestres (sus flores favoritas), o buscar refugio bajo siemprevivas cuyas largas ramas caen a tierra inevitablemente, a veces cerca de los territorios de los hombres. Muchos han hallado así una morada sin saber verdaderamente lo que era.

 

La vista del Unicornio

La vision de las creaturas es agudísima, pero no se la puede comparar con la de los halcones y otras bestias de visión precisa, porque el Unicornio ve lo que no ve ninguna creatura.

Todos los Unicornios se inmovilizan al alba y contemplan el Sol naciente; quizás sea un modo de orar. El Unicornio, por otra parte, puede mirar sin pestañear el Sol del mediodía sin dañar su vista ni cegarse.

El alimento de los Unicornios

Este mundo es muy bueno. Se lo ha dotado de cambiante clima, las estaciones se suceden en perfecto orden, de modo que cada fruto y grano madure sucesivamente.

Maravilla que le Unicornio se prive de comer y sin embargo parezca tan fuerte y armonioso. ¡Parece extraer su alimento de las murallas de este mundo!

Pero el Unicornio no roba, y cuando quiere comer acude sólo a los frutos y granos ya maduros que la Naturaleza abundante le ofrece libremente. Y sólo el agua en movimiento le sirve para calmar la sed.

El Unicornio se distingue en muchos aspectos de los otros animales, y también por su modo de comer. Porque nunca inclina la testuz para comer de la tierra, sino que se alimenta sólo de las ramas colgantes, de los tallos oscilantes, y muy de vez en vez de la mano de algún mortal que ya conoce bien. Tampoco bebéra de un arroyo o una fuente, pero siempre busca las caídas de agua; allí bebe con la cabeza alta.

El Unicornio y su combate

Las mayores bestias que comparten un ciego y arrogante salvajismo, a veces intentan asaltar al Unicornio. Nunca huye; esta bestia mística no se deja sorprender así sin más y ningún animal logra engañarla. Entonces su pacífico talante se transforma en cólera mortal, y su ataque velocísimo y exacto desalienta a las más atrevidas creaturas de este mundo. El Unicornio no mengua en furia terrorífica hasta que el adversario se arrepiente o yace muerto.

Cae en la batalla como brillante llamarada sobre su oponente. Sus despiadadas pezuñas son veloces y preciosas. Pero el Cuerno es instrumento de salud y de conocimiento; jamás lo emplea en mortal combate, a menos que la sangre lo recubra.

El Unicornio y otras creaturas

Todos los animales lo aman; es la más afectuosa de las bestias. A pesar de su mente superior y naturaleza trascendente, sigue siendo hermano mayor entre los suyos; su mera presencia les despierta un recuerdo vago de su propia índole más alta, de su ser por creación divina.

Cada animal emplea algún lenguaje rudimentario del sonido o movimiento, y el Unicornio parece dominar rápidamente cualquier señal que encuentra.

Como el hombre se comunica con el Unicornio

El Unicornio se solaza con la lengua del Hombre, lo escucha desde lejos. Pero en sus palabras no encuentra nada utilizable para la contemplación; las palabras sólo le parecen ejercicios triviales con que el Hombre ostenta su inteligente plumaje mental.

Su mente es distinta. De percepción e inteligencia más agudas, carece de poder para hondas abstracciones. También especulan y discutir le son ajenos. Piensa, en cambio, a partir de las cosas naturales, que se revelan totalmente a su visión pura.

El Unicornio puede disponer su mente sobre los pensamientos de un hombre o de una doncella y discernir los secretos allí ocultos… Y, en la delicadeza del hombre, algunos mortales consiguen captar los sutiles movimientos del pensar del Unicornio y, entregándose poco a poco a sus suaves corrientes, alcanzan a ver en el santuario de su más interior inteligencia.

El Unicornio y Las Doncellas.

Entre el Unicornio y las doncellas hay un lazo secreto que los hombres no conocen.

Pues los hombres se maravillan ante el Unicornio, su vista les llena de reverancia, o temor, y hasta de místico deseo. Pero en las mujeres el Unicornio provica sólo la simple ternura propia de su índole; por ella el Unicornio siente una atracción semejante a la de las abejas por la fragancia de las flores.

¡Y hay un hermoso misterio en esta atracción! El Unicornio gradualmente renuncia a su soledad y se convierte, en mimado de la doncella, o en niño inocente que se somete confiado a las suaves caricias de una madre.

Las Doncellas, por su parte, cobra conciencia del poder divino, que sustenta todo lo viviente, y en ello reconoce algo nada ajeno a su naturaleza misma.

Cualquier mujer puede tener acceso a esa amistad: ni años ni estado son límites, y sólo basta la castidad del corazón. Porque la creatura no exige que ella no haya conocido el tacto de los hombres, pero sólo que ningún ansia destemplada de ese tacto le haya cerrado la mirada interior ni volcado en deseo hambriento de los placeres de este mundo. Pues el Unicornio vive en el límite de nuestra dimensión, y quienes se entregan a los goces visibles nunca podrán seguirle; pero sí los de corazón abierto y confiado.

Y las mujeres carecen de esa sed de dominio sobre los demás que posee continuamente a los hombres. Los que ansían el dominio no suelen tolerar el ser guiados. ¿Cómo van entonces a elegir un guía que les señale el camino?

Los Concilios del Unicornio

El Unicornio se basta a sí mismo espiritualmente y o se mezcla con sus semejantes sin que medie alguna razón; prefiere la dignidad del solitario. Pero cuando surge una gran necesidad, los más antiguos Unicornios se reúnen, no obligados, de mutuo acuerdo, en algún lugar remoto, alto risco o secreto claro del bosque. Y allí celebran su concilio.

Mientras en la tierra los hombres descansan y duermen, los Unicornios se quedan allí inmóviles, bañados por la luz de las estrellas. No usan de lenguaje, carecen de toda prisa, se miran a la mente y corren con el pensamiento todas las edades hasta la raíz misma del Tiempo cuando la Tierra era nueva. Restaurando entonces el estado originario, los Unicornios renuevan la antigua alianza con el Hombre y confirman su fe en Dios.

Y cuando la aurora enrojece los cerros, los Unicornios, ya en completa armonía unificados concentran la mente en el Fin del Tiempo.