Isaac Amenemope

LABRANZA DEL AMANTE

Se puede rasgar el horizonte

Con las manos salidas del contacto,

Ver salir de él un nuevo sol….

He sido un abnegado de tu ser,

Renuncie a mis luchas internas,

y me entregué en sueños y poemas.

Recorrí hito a hito los senderos

Que más tarde condujeron mi boca

La clave de tu efusividad.

Escaló mi tentación los escarpados riscos

De la inexpugnable cima,

Solo para ver desde lo alto

Como comulgabas a la libertad,

Y luego de alcanzarla pude aprender

Como es que te lanzas en caída libre a la entrega.

 

Es que en presencia de los espacios abiertos

Que techan tu valle pélvico

Es posible divisar la vertiente

Hacia la laguna encantada.

Allí he orado a la fricción,

En esa confluencia donde se hacen manifiestas

Las abreviaturas de mis dedos.

Allí soplan abanicos de seda para no sofocar,

Allí hay que pedir

por el funcionamiento correcto de las células,

allí provoca secretar chocolate derretido,

y armar una casa de galletas,

allí provoca entrar totalmente,

y sumergirla inteligencia del tacto,

para comprobar si extremo de la suavidad existe.

 

Me veré abonando el surco del prodigioso campo,

Me veré abandonado en mitad

de tu sembradío corpuscular,

me veré procesando la fécula

de tus productos osculares,

soy un cuticultor,

porque le permitiste a mis dedos

arar de caricias la superficie de tu cuerpo,

le permitiste a mis caricias

sembrar tu piel de estímulos,

le permitiste a estos poros regarlos

con agua de mi corazón…

 

cómo no iban a germinar las respuestas,

cómo no iban a poblarse

de flores primaverales tus reservas.

Las cosquillas vuelan como mariposas

Embriagadas del néctar mas dulce,

Los días caben uno a uno en tu ombligo,

Las noches se bañan y se secan desnudas

Al calor de la luna,

Las hojas caídas nunca llegan…

 

Conté mas de mil amaneceres,

Y en todos tus ojos dormían,

Vi el sol meterse en tu sueño,

Soplar las ventiscas afectivas,

Llevar los besos a punto de nieve,

Cambiar el dulce

Por una prueba de otro sitio.

Venciste mi apetito de la carne,

Me diste a probar de la fruta

Mucho más que su acido jugo…

Se rebosa mi boca adusta de replicas,

Saltan las palabras como chispas

Que tu lengua apaga,

Corren y riegan por el borde de la cama.

 

Como uno solo se recupera nuestro ser en las mañanas,

Después de habernos

Exprimido la pula de nuestras entrañas.

Nos usamos para aprender de la entrega

Lo ceremonioso de apagar la luz del mundo,

Y encender de nuevo la de nuestro cucurucho.

Nos usamos

para refregar el amor

Sobre nuestro pelaje de osos invernando.

Nos usamos

para soterrar Los misterios de la satisfacción.

Nos usamos

para que nuestros sentimientos remen.

Para reenamorar al macho y a la hembra,

Para equilibrar el agua y el fuego….

Hasta que por fin aprendimos a usarnos,

Y ya estos cuerpos no fueron solo nuestros…

Y sueño cada noche

Con el deseo que tienes de usar mis sueños.