nelida anderson parini

DESPEDIDA.

De ésta razón pasajera,

que una mentira engalana,

y con palabra ligera,

al sentimiento profana.

 

De ésta perenne espera,

que vuelve a la hora vana,

y oscurece primavera,

mientras la tristeza ufana.

 

Que a la lágrima sincera,

la angustia vuelve paisana,

cuando el corazón se apera,

de rústica porcelana.

 

Esa que incendia por fuera,

lo que entre brasas se afana,

y que al alma desespera,

y a la vida resta gana…

 

La que se aloja certera,

en la inocencia humana,

que al reír, vuelve quimera,

y la frustración explana.

 

La que anuncia plañidera,

la impotencia del mañana,

y como cruel compañera,

todo su dolor desgrana.

 

Esa ilusión bandolera,

que sólo derrota emana,

la que del verbo adujera,

su palabra más tirana.

 

A esa desterrar quisiera,

de toda la acción mundana,

y que su impronta vertiera,

en una estrella lejana…

 

Donde a nadie destruyera,

con su conducta mal sana,

para que a nadie más perdiera,

en su etapa más temprana.

 

Si despedirla pudiera,

con sólo invocar la gana,

tendería una escalera,

a la estrella más lejana.

 

Y en ésta tierra prendiera,

enorme llama guardiana,

con la esperanza certera,

de calentar la mañana.

 

Floreciendo en primavera,

donde el amor se engalana,

la alegría más sincera,

sus despertares hilvana.