cristopher antonio moraga

Espina

Aquella es la rosa que me espina,

que mastica la ausencia,

que se aleja con el susurro entre sus pistilos;

y que deja entre mi llanto

una lagrima de su tristeza;

que me deja tirado…

en el asfalto olvidado,

pegado a un segundo del tiempo,

a un segundo que se oxida

cuando mis sueños se embriagan de ti…

 

Y sientes la pena de seguir espinando la llama;

de desfallecer sin pedir mí ayuda;

y con tu sonrisa atenuada

le ofreces tu llanto a la mañana;

 empujas abajo el lucero flameante,

y a oscuras el cielo poblado…

entablado de nubes perdidas;

frente a un mar de recuerdos…

ahí... donde colapsan los sueños

y se comparten las pesadillas,

 dejas el silencio vivir junto a las noches

en las que cuelgas de tu propio olvido…

 

Es tarde correr… sin escuchar la voz del corazón

que sigue en sangre roto;

y con el aliento perdido

solo puedo sostenerme en mi encierro,

y ahí fallezco sin nadie que me vea;

y ahí empapado en lágrimas

me sostengo en los sollozos

de mi vida partida entre letargos del ayer;

aprisionado entre el pasado…

aprisionado entre las fauces de tu recuerdo;

me abruma y me consume el llanto,

así seguiré de dolor clavado,

así… quedaré con tu espina… espinado…