Liliana Almendros

Se llevo mi pan, mi cielo, mis alas y mi vuelo..

 Ella, Estaba allí…Sonriéndome…

Esperándome, con su ternura a pleno

Su risa fue mi casa, por mucho tiempo,

Su cuerpo mi pasión, y mi desvelo.

Sus manos su sostén en las caídas,

Y saciedad de todos mis deseos.

Fundida de placer y de alegría;

Cada mañana era una fiesta;

El despertar sobre su cuerpo.

Sus ojos eran mar, y eran cielo

Su mirada, la que me bajaba a la tierra

Yo que siempre volaba,

Ya no vuelo…

Ella también se ha  llevo mis alas,

Y se llevo todo su amor,

Al ausentarse,  e irse tan lejos

Ella tiene en su casa mis sentidos,

Mi pan, mi tierra, el mar y el cielo…

 

Ella estaba allí, esperándome...

Ella, ya no me espera ni me extraña, ni me piensa.

Nunca sabre en que momento,

 El amor se le fue de los ojos, de su alma y de su pecho.

Nunca sabre cual fue el día que me dijo Adiós,

Porque el mundo se detuvo en aquel momento.

Ella me  sonreía, y entonces yo sabía que había vida.

Mas no se cuando, se desdibujo  de su rostro la sonrisa,

Y su gesto de desaprobación y de reproches,

La llevo lejos de mí.

Lo que antes amo, ahora lo desprecia.

 Y yo solo soy el despreciado  excremento del infierno...

Poco a poco se fue alejando,

Privándome primero de su voz y sus oídos,

Luego poniéndole distancia a su cuerpo con mi cuerpo.

Trazando una barrera imaginaria  con reproches,

Que hacían doler el alma, en la cercana distancia.

La puñalada final, me la clavo dos veces,

Más, sin quererlo yo,

Aun estoy respirando, en medio de mi muerte…