clonariel

SONETOS V

SONETO A LA HIERBA


Verde precipitado, cabellera untuosa,

hay tanto de tu presencia en todos

los rincones de la vida que veo

mis años a tu celebración enredarse.

 

Eres mañana y noche, glauco brillo

y furia, vientos elevan tu tallo mínimo

en la sorpresa del año. Con cada año

tu llegas y te vas con las valijas

 

nutridas que la naturaleza concede.

Ah… a veces dormía sobre tu vientre.

Eras mi sábana en la nocturna campiña.

 

En océanos de verde blando yo caía

como las frutas del verano. Siento

en mis palabras tus aromas tácitos.

 

 

SONETO A LA MOSCA

 

Vuela su desarrollo parejo, botón

de nuestra mesa cotidiana, capullo

incesante de la casa, eres dueña

de todo lo existente, amiga atómica.

 

Conoces geografías de rincones,

ves la vida muchas veces al mismo

tiempo en tu estrecho sentido.

La noche se apuró en tu cuerpo,

 

el cielo cayó en tus alas de aire,

en los ojos te viven copas irisadas,

existes en el instante preciso

 

del tiempo fugaz. Tu azulado, verde

disfraz no hace más que embellecer

el vuelo de cometa lustrado. 

 

SONETO A LA NOCHE

 

Se oye como una campana bajo

el agua, como la boca de un tigre

en el sueño se abre. Quieto capullo

oscuro, enterrado en una galaxia

 

crecida como un puño viviente y

poderoso. El palidecido ojo único

escudriña los secretos palacios

del sueño. Uno a uno como del humo

 

distantes talismanes van surgiendo.

Tiembla un océano de lóbregos

laberintos después del crepúsculo.

 

Sólo el alba de ardiente trigo levanta

nuestros hambrientos despojos,

eriza nuestras centellas desnudas.

 

SONETO A LA ORACIÓN

 

Palabras de palabras nos llenamos,

en el fecundo verbo crecieron

las frases que día a día

nos dieron cabal sentencia.

 

Palabras de locura agitada,

esperanzas de verdes tallos,

risas de briosos dientes,

copas colmadas de vino.

 

Manjar de la letra generadora,

alfabeto de montañas léxicas.

Ímpetu de signos antiguos.

 

Canto la canción de mi romance,

la mañana también es un verbo

que levanta la pereza del silencio.

 

 

SONETO A LA PIMIENTA

 

Trizas de leves redes ríspidas,

lengua desorientada alejándose,

huyendo del rabioso polvo

que la hechiza con tridentes

 

pálidos. Boca mía, excitada.

Quiero esta fiesta para ti, boca.

Piénsala como la fiesta

que la comida nos ofrenda.

 

Blancuzcos helechos que vienen

en borbotones de vientos

y espejos rizados. Muda

 

tortura fugaz, hermosa tortura,

indispensable aspereza,

fiebre blanca roja negra …

 

SONETO AL AIRE

 

Desde un cielo virgen bajaron

alas cristalinas, despejaron el polvo

que entristecía la tierra. Plantas,

ríos, bestias, montañas sintieron

 

el pulmón celestial que en asombro

reventaba. El cielo rugió desordenado

con las sorpresas principiantes,

brincaron libertades en oleajes.

 

Llegaba el viento, llegaba el padre

vendaval  en su trono de  ardientes

detalles de la vida, renovados

 

tesoros que lentamente las nubes

por años enteros fueron puliendo

en los edenes solitarios…