FELINA

APRENDE A VOLAR (carta de una madre, a su hijo)

Hijo mío...

Hoy, te escribo esta carta,

porque en ti, vivo  pensando

y quiero que desde ya, aprendas a volar,

desplegando poco a poco, tus alas,

desde que naciste, cómo hacerlo

te estoy enseñando.

Quiero que un día surques el espacio

y llegues a tocar las nubes

con tu hermoso plumaje.

Cómo también, quiero algún día,

verte realizado...

yo, te estoy preparando

sin importar, que para ello,

te ausentes de  mi lado

y puedas transitar feliz

cualquier camino de la vida.

Con esa libertad tan anhelada,

con esa libertad tan codiciada,

pero nunca hay que confundirla

con el tal libertinaje…

Recuerda,  vienes de un nido

sin artilugios y linajes…


La libertad tiene límites,

al vándalo nunca imites,

de los vicios no te dejes llevar,

pues ellos, te condenarán

a vivir en un suplicio,

qué quizá no tenga final.


Recuerda siempre actuar

con respeto y tolerancia,

con  alegría y benevolencia,

con altruismo y humildad,

con inteligencia y generosidad,

con diplomacia y rectitud,

con buen genio y cordialidad

y nunca pierdas la dignidad.


Los intereses de los demás

nunca lesionarás

 y con la frente erguida,

siempre caminarás.

Si te llegas a equivocar

reconoce que has errado,

porque si no lo haces,

siempre girarás

en un círculo cerrado.


Perdona al que te ofende

y no guardes rencor por ello,

hoy puede ser tu enemigo,

pero mañana será tu amigo.

Lleva como estandarte,

la sencillez y el baluarte,

compañerismo y lealtad,

la honradez, es lo más importante,

optimismo y buen talante…


Ser muy serio en lo que proyectas,

sin dejar de sonreír.

Si quieres llegar a la meta

no atropelles a los demás,

con cautela y sutileza

los obstáculos quitarás.

 Piensa en el porvenir,

con esfuerzo y sacrificio,

tenacidad y mente abierta

y sobre todas las cosas…

¡Dios, en primer lugar

siempre debes llevar!


Y cuando estés en la cima

saboreando la victoria,

recuerda a los de abajo,

los que te ayudaron a escalar

como si fueras escarabajo...

peldaño, tras peldaño,

hasta tocar la gloria.


De tus padres, nunca te olvides,

recuerda que fueron pilar

para que te pudieras sostener

¡cuándo la meta querías tener!

Si te enamoras hijo mío,

has de saber que no es fácil,

entregas el corazón

y te lo pueden lastimar,

pero no por ello, dejarás de amar.


Ni te volverás huraño,

ni rencoroso, ni pernicioso.

Después de curada la herida

tendrás otra oportunidad...

no importa cuántas veces caigas,

te volverás a levantar

y serás igual, a esa ave gigante,

que sus alas despliega al instante,

sintiéndose en libertad

de poder los aires surcar.

Llegará por fin

el tan ansiado querer

y te amarán de verdad.


Hoy es un día cualquiera,

de un mes caluroso,

del año, mil novecientos ochenta y nueve...

cuando te que escribo esta carta.

No te apures en responder,

te falta mucho por crecer

y muchos caminos por recorrer...

yo esperaré paciente,

hasta que lo puedas hacer.


Esperaré la respuesta

y espero que para entonces,

ya te hayas graduado,

tus metas habrás alcanzado,

y todo el amor que te he dado

y los sueños que me he forjado,

tendrán continuidad...

¡porque eres, mi hijo amado!

Felina

Esta carta continúa…