joaquin Méndez

Aaahhh, ahí, aaahhhi.

Hoy no tengo ganas de escribir,  pues anoche después de tanto hacer el amor con mi querida y amada doncella,   quede agotado desvanecido y desecho, en realidad, esta noche he dormido, muy poco, muy poco.

 

Esta noche pasa cuando me acosté,  comencé a pensar en mi chica, y ya no pude más, Me desdoble, como, Santateresa, y volé y volé cruzando el océano hasta el país de mi amigo Florentín, Al llegar frente al  balcón  de mi amada me convertí en   viento,  para penetrar por las rendijas de su ventana,  y allí  estaba ella,   estirada encima de las sabanas de color rosas,  donde destacaba su cuerpo, como una escultura ,estaba  desnuda  como llego a este mundo., parecía  como si, me estuviera esperando, como si alguien le hubiese dicho, que esta noche iría a verla..

 Sus carnes morenas, parecía un montón de pétalos de rosas, perfumando  el cálido lecho, que era un nido,  un nido de cisnes, por el color rosa y delicado de su decoración.

Ente sus piernas destacaba una mancha oscura de rizos que querían cubrir una rosa morada y entre abierta que parecia llamarme.


Yo. al verla  me hice  luz, y fuego,  para bañar su cuerpo, con mis labios, beso a beso, acariciando cada rincón de su piel con mis dedos, que parecían plumas cálidas y mágicas, haciendo que de sus labios saliesen sonido, hechos grititos de éxtasi y emociones  placenteras  que  íbamos descubriendo poco  a poco.  Según avanzaba mi lengua por sus pezones,  ya tiesos y duros como dos caramelos de café y chocolate.

Ella estaba afianzada a mi cuello, su boca devoraba la mía con frenesís con loca pasión,con lijuria,  sus espasmos iban en aumento su cuerpo se estremecía como un velero  que las olas manejan a su antojo.

 

Mi lengua fue acercándose a su sexo,  lo tiene tan delicado, como una rosa apunto de abrirse, tan delicado  como una gota de roció cuando resbala por la hojas de una camelia.  Tuve miedo, miedo  de que mi lengua pudiera dañar esta flor tan delicada,  como esta que tenia ante mis ojos.

Mi amada,  tomo mi cabeza por la nuca,  y  fue acercándome  suave mente hacia su preciada gema. Mi lengua comenzó a succionar su presa con suavidad con mucha delicadeza para no cometer ningún error ni dañar su precioso trofeo.

Mi sexo  comenzó a en gorda y crecer cono un globo cuando le metes aire,  mi chica,  lo mimo,  acariciándolo,  con mucho amor, con mucho cuidado, como si tuviera miedo que se rompiera de duro que estaba.

Mi boca subió a sus senos para saborear los caramelos que parecían sus duros pezones, que ricos,  que sabor más rico, y más exquisito tenían las dos fresitas que hacían de pezones.


Mi pene me pedía entrar en aquella rosa morada,  que estaba humedad y lubricada esperando a su invitado de lujo.


La penetración fue lenta y pausada, pues, cosa tan tierna y delicada,  debía  tratarse con mucho amor y ternura., con mucha delicadeza.


Mi preciosa niña jadeaba, susurraba, gritaba,  pidiendo que penetre del todo y así lo hice, con un empujoncito término de entrar hasta el fondo del todo mi amada abrió mucho la boca,  como si le faltara el aire y exhalo un largo suspiro,  para luego gritar, aaahhh, ahí, aaahhhi.


Yo también grite, si, si, yo también grite,  acompañándola,  como si de un coro de voces se tratar,  el coro de la iglesia, sonaron trompetas y violines y que se yo cuantas cosas mas, escucharon mis oídos.


En el galope con que se desbocaba mi ángel, supe que el órganos estaba cerca, y yo también acelere el galopar para llegar juntos al colmo del mas placentero orgasmo jamás logrado.    

 

Y ahora,  que me he despertado, pues eso,  estoy agotadito, desecho, es por eso que no tengo ganas de contaros más.  Lo siento.


Joaquín Méndez...17/03/2012 2:13:47.