ivan rueda

HE ASCENDIDO AL CIELO POR TU BOCA

 

He ascendido al cielo por tu boca

y he sentido a Dios entre tus labios,

tú que eres el estigma de mi dogma

ahora que de mí te has olvidado.

Ha sido un mágico placer, un privilegio

el que hayas servido a mi cuerpo de camastro,

a mi alma de camino y sortilegio,

a mi corazón de latido y latigazo,

aunque luego cometiste el sacrilegio

de clavarme tu lanza en mi costado.

Tú que has sido mi circo y mi teatro

donde has interpretado el amor a tu manera

y has lucido tu papel en cada acto

donde eras a la vez el ángel y la fiera.

De aquellos años me quedan estos sueños,

este cerrar los ojos para verte,

esta dolorosa forma de quererte,

esta crucifixión de clavarme a tu recuerdo,

este vivir, amor, tan vasta muerte,

este ascenso diario hasta el calvario,

esta higuera seca, este cruel rayo

que me parte la madera con sus dientes.

¿ Qué fue de mi princesa y su perdiz,

del palacio con su jardín de azucenas,

qué fue de tanto aullido en luna llena,

qué fue de aquel bello cuento tan feliz ?

Ya no vuelan las alondras por abril,

ya no anidan en mi tejado las cigüeñas,

ya no huelen los campos a jazmín,

ya no sale el sol por primavera

pues me persigue una nube torva y negra

como una loba que guardase su cubil

en la oscuridad más profunda de una cueva.

Tú que has sido mi bautismo y mi pecado,

mi luz, mi voz, mi paz, mis propias venas,

el pan de mi primera y última cena,

me has dado a beber un cáliz empozoñado

con lágrimas de la sangre de mi pena.

Al irte, me has dejado rosas muertas de sirena,

cenizas de tu ser en mis palabras,

escombros de un querer en mis poemas

y el polvo de tu sombra enamorada.