Antonia Ceada Acevedo

Carta de amor al desamor

 “Que corto es el amor y que largo es el olvido…”

Quiero que sepas  que ya estoy preparada, que he aprendido las lecciones, que he llevado a la  práctica toda la teoría.

Quiero que sepas que ya no hace falta que me sostengas, sí que me abraces, que acaricie mi pelo y borre de mis labios los besos fantasmas del camino.

El camino, lo deseo, lo ruego, lo suplico, pero no paso una hora de cada día en la que no recuerde tu mirada arabesca con la que, yo, reaccionaba con gestos de felicidad…

Felicidad  porque no te busco, ni te espero, pero te necesito para amigarme con la vida en este viaje que aun me queda.

Me queda  esta  oscuridad donde un punto de luz  por lo que estar agradecida por  tu abandono y la parte positiva que le persigue, pero las olas no alcanzan a borrar tu nombre de esta arena húmeda; mi alma.

Mi alma estoy preparada para amarte, estoy blanca  para que me ames…

Vivir sin ti…es posible, más vivir sin la magia de tus ojos es vivir ahogada en este desconsuelo.

Busco en esta playa tu sonrisa y solo hay bruma; lo que no quiero.

No.

No te culpo.

Nadie tuvo la culpa, nadie.

Lo que iba y era, es  y  va… porque en cada latir mío suena un “TE quiero”

Y paso el tiempo en medio de una tormenta de sentimientos que me cuestan tanto ordenar y otra vez los recuerdos amenazan con hacer saltar mis lágrimas.

No quiero endilgarte la responsabilidad de lo sucedido. Éramos una sociedad donde ambos teníamos responsabilidades, no debimos tratar de determinar qué porcentaje de compromisos le cabía a cada uno porque eso fue una tarea estéril.

Cuando te fuiste, sin avisar, mí comprensión y mi pena saltaron por el aire y mi quebranto  encontró su escondite ideal detrás de la exasperación, la ira, el rencor; todo porque mi corazón se revelaba ante la evidencia de no seguir mi camino junto  a ti.

Llegue a pensar  que tu amor era pura hipocresía y la verdad, parecía vivir tan lejos de tu apariencia, pero al mirarte a los ojos profundamente, muy profundamente, encontré algo idéntico a lo que veía en tu superficie: la ternura.

ya no soy esa niña hambrienta que devora las migajas de las lunas, tampoco la rosa espinada, marchita, de aquel jardín ceniciento, ni carne de cementerio aún.

Mi vida, hoy (sin ti) es mas sombría  aun porque en  el camino de mis metas  fui perdiendo de vista tu sustancia que fue mi cosmos, mi estrella …y es tan duro admitir que mi esfuerzo y mi voluntad no alcanzo a retenerte amor…

Los demonios del arrepentimiento están, siguen al acecho e invaden los momentos más  infaustos de mi existir. Me esfuerzo por volver a mis cosas, a mi silencio, a mi energía gastada, a mis os, más no dejo de acomodarlos en tu recuerdo.

Mi voz interna esta junto a ti, suzurrandote al oído miles de “te amo”

Mis pasiones siguen en tu piel intentando iluminar una nostálgica sonrisa en mi rostro,

Sin embrago yo no me atrevo a escucharla, a observarla  arriesgo al deleite de tus manos, que no tengo, las mías…siempre vacías.

Busco mi lugar de una manera sintónica para hacerme hueco en el universo con mi libertad a cuesta y sólo tropiezo con ríos de aguas desconocidas que no se a que orilla me acercara y siento tanto miedo de hacerme a la mar, porque mi mar es tu recuerdo…

…Y me digo gritando:

-¡Es hora de regresar!

Reconociendo conscientemente de que, a veces, regresar es la única forma de poder avanzar por este océano de  amarguras.

Me rebelo, también, y me pregunto:

-¿Por qué  no he de permitirme sentir lo que siento?

Y me dejo llevar por las sensaciones del erial de mi alma.

No dejare que mi alma se despida de lo que fue y de lo que no fue.

No puedo, porque en el alma no existe el olvido…

Podrán amputarme los pies para que no me recuerden los lugares que pisamos juntos, pero después el recuerdo volverá de la mano de la presencia de tu ausencia.

No puedo abandonar lo que he amado, aunque así sería más fácil una nueva partida.

No puedo sentirme plena porque sin ti estoy incompleta.

No puedo más…porque en este juicio de la razón, vuelve a ganar la rosa sangrante que es mi corazón.

Yo me perdono, te perdono porque quiero amarme algo y perdonar no es olvidar, como aceptar no es resignarme, ni comprender es estar de acuerdo, más perdonar no me impide reconocer lo inevitable.

-si supieras amor que sigue siendo maravillosa tu forma de ser como sucedió cuando nos conocimos, pero no estás aquí para ser quien yo quiero y me encanta saberte quien eres.

Si de algo estoy segura es que compartimos un deseo común: Ambos, solo, pretendíamos ser aceptados tal y como somos”

Hoy, tengo para ti: aroma de azahar para perfumar la soledad de tu alma…mi alma.

Tengo una nueva estrella para liberarte de las noches frias, cielo en mi carne para que vueles alto, un camino de sal y espuma para tus pies heridos.

-ay,amor tengo tantas cosas para tu ausencia presente…

Todo lo que te di, lo di con ganas.

Tú me distes muchísimo, más de lo que creías, y lo honro.

 

El sol brillara en lo más alto para ti y una catarata de estímulos volverá a recorrer tus ansias de entrega  y regresara tu alma al aire, mientras yo sacare a pasear al fantasma de esta infinita soledad, eso sí amor mio, agarrado a tus recuerdos.

Hasta siempre amor mío.

 

 

 Antonia Ceada Acevedo