ALVARO J. MARQUEZ

REBELDE

"Mi incapacidad para borrar tu voz,/ el no poder dejarte en el olvido,/ es tema a tratar con Dios.../ y a cancelar con Cupido".


Mi poema no quiso que te mencionara,
le respondí que soy yo el que eso decide,
me pidió que mi inspiración aprovechara,
que te saque a empujones de mi historia,
que haga como un ejercicio de memoria
y de una vez y para siempre te olvide.

Quería hablar de tu manera de mirarme,
pero las letras simplemente no me salían,
No podía concebir que lograra dominarme
un poema cuya esencia se la doy toda yo,
pero al final de alguna manera lo consiguió
y mis letras en letras borradas se convertían.

Intenté referirme a ti desde el comienzo
pero ya ni comenzar este poema podía...
sentía un vacío en mis adentros inmenso
y mi poema no cesaba nunca en su reproche,
me dijo que te escribiría pero no esta noche
y que para darte mis letras no era éste el día.

Quise referirme a los instantes que vivimos
fundidos los dos en un abrazo, en un beso...
Al modo tan especial en que nos quisimos,
a cómo el amor muy generoso nos arropaba,
pero mi poema una vez más se me rebelaba
y decía que mis letras hoy no hablarían de eso.

Admito que me enojé y le dije “soy quien escribe,
las órdenes no las dan las letras sino el escritor...”.
El poema muy desafiante me respondió “sobrevive,
habla del cielo, de las aves, del aire, de los colores,
dedícale tu poema a los cantantes, a los autores,
pero que ni siquiera una letra sea para el amor”.

Intenté hacerle trampas, mente en blanco escribir,
para que el corazón no llevara corriendo el cuento
de que estaba a punto ya en silencio de conseguir
resolver en mi conciencia mi muy íntimo problema
y lograr ya sin intervención alguna de mi poema
hablar en mis letras de la verdad de mi sentimiento.

Y cuando estaba feliz porque al fin algo me nacía,
de nuevo el poema y ahora furioso, ordenó borrarte.
La mano me temblaba, el miedo a perder me vencía,
sentí entonces que el mío era esfuerzo ya perdido,
pues cuando ya mis letras empezaban a tener sentido
el poema se rebeló... y me impidió nombrarte.