ALVARO J. MARQUEZ

DESTAPADA

"Entre la razón y el delirio en esta vida/ hay una diferencia sin duda,/ pues yo razono al verte vestida/ y deliro al verte desnuda".

Vi tu espalda descubierta mientras dormías
y les pedí a mis manos que tuvieran control,
porque aunque sentí que mis caricias querías,
aguantar mis ganas me pareció más prudente,
como la luna recorriendo el cielo lentamente
para que no despierte antes de tiempo el sol.

Perdón si entré a tu habitación así, sin permiso,
pero con la puerta abierta era difícil no entrar,
como creo en Dios te diré que tal vez Él quiso
que yo disfrutara de ese instante, de ese segundo
de verte dormir desnuda como llegaste al mundo,
una visión que creo hoy que jamás podré olvidar.

No te sientas mal porque te haya visto como te vi,
lo confieso, no fue un segundo el tiempo que estuve
y te dije que no te toqué y en eso también te mentí,
desde mi altura recordé que verte así era mi anhelo,
estuve bendiciendo, besando tu piel desde mi cielo
y te juro que por nada me quería bajar de esa nube.

La cobija en realidad no llegaba a taparte casi nada,
y te besé hasta donde la espalda pierde su nombre,
eras una reina sin ceremonia pero por mí ya coronada,
besar tus nalgas y acariciarlas fue un especial placer
y tu piel emanaba un tentador olor a hembra, a mujer,
aspirado por quien besándote se sintió muy hombre.

Esos instantes contigo me supieron a cosas eternas.
Debo admitir ahora que me fascinó lamer tus pies,
acariciar suave y besar mil y una veces tus piernas,
puedo hoy jurarte por lo que más quiero en mi vida,
que me provocó viéndote tan indefensa y dormida,
hacerte ahí el amor una y otra... y otra... y otra vez.

Puedo decir que pese a todo, yo tuve mucha suerte
y de pronto no se te ocurrió algo mejor que voltearte,
me pellizqué para ver si no soñaba que podía verte
así tan sensual y tan despeinado que tenías el cabello,
en esa semi oscuridad se veía todo tu cuerpo tan bello
que te quería acariciar...pero ya no sabía en qué parte.

Si vas a reclamarme por esto, yo acepto tus reproches,
te advertí que vendría a cuidar de tu sueño algún día,
con descaro digo que ésa fue la mejor de mis noches
y hoy podemos vernos frente a frente los dos las caras,
y decir que tal vez no fue casualidad que te voltearas
ni tú mi princesa, estabas tan dormida como yo creía.