Carlos Fernando

Cinco minutos

 

Tengo solamente

cinco minutos de mi tiempo

para escribirte una carta de amor.

Es increíble

cómo nos absorben

las asignaturas  pendientes,

y las rutinas tan necesarias,

como salir corriendo

a depositar un pago al banco,

o tener que ir de compras al Mall,

a recoger mis lentes nuevos.

Y que no nos quede tiempo,

más para lo necesario:

Ir a una junta del colegio de tu hija,

o quedarse varado

en el tráfico a las once del día.

Así, no me quedan más

que segundos para decir: te amo.

Es tan poco el tiempo disponible

para estos asuntos tan triviales, como amar,

que suele quedarse en la

agenda de pendientes

para el día de mañana,

y la del día siguiente,

y al siguiente,

y al siguiente día: nada;

sigue más atorado este negocio

que tú, cuando te estancas

en el tráfico de las once.

O más irresoluto

que los temas pendientes

de la orden del día de la asamblea;

cualquier asamblea de la cual se trate.

Da lo mismo.

Luego, me reprochas

porque tú en tu rutina,

yo en la mía,

no dejamos

un instante disponible

para decir; te amo.

Bien ya tengo que irme,

dejándote esta carta

sobre tu almohada.

Habrás de perdonar 

que detrás de todos

estos argumentos

solo tuve tiempo

para decir; te amo.

Pues me apuras

para salir con puntualidad al banco.

Hoy es día de liquidar

los pendientes financieros.

 

P.D. No requiero que contestes mi mensaje.

Yo lo sé: También me amas.

 

Salgamos pues, al banco.