joaquin Méndez

Hice, el amor, con una pantera.

Hice, el amor, con una pantera.

 

-¡Jode!  ¡Vaya…pantera; Que,  a, ca, ba…de entrar…. en el local.

-Y todos los ojos allí presente,  se volvieron  raudos, hacia la puerta –

Yo…también mire con los ojos atónitos, y sorprendido por a la vista de aquel monumento esculpido por la mano de dios, pues no podía ser de potra forma.

 

El local, era mi,  local.  Un barecito, guapo,  que teníamos en Miguelturra,  un pueblo de Ciudad Real.

 

La pantera era alta delgada, con cuerpo atlético y elegante, iba en fundada en un disfraz de pantera,  que parecía su propia piel  de lo ajustado que le quedaba el disfraz.

e ella estaba apoyada con los codos sobre el borde,  dejando salir su precioso trasero hacia tras provocándome pensamientos hócenos. (Que vergüenza)

Le entregue la copa y ella  paso su brazo por detrás del mio para brindar dijo,  pero me lo oprimió hacia sus pechos  exuberantes y tiesos como dos fresas salvajes.

 Esta noche no quiero estar sola necesito compañía y tu me gustas me siento sola, muy sola.

Y se colgó de mi cuello chocando sus labios contra los míos que los recibieron con tanta pasión que  soltó un gemido no se si de dolor.

Mi boca devoraba literalmente la suya se oían los chasquidos de nuestros besos como un concierto celestial, para mi como una trompeta de guerra, pues mi espada se puso presta para el ataque sin cuartel, la mesa de billar fue el campo de batalla, ella jadeaba mientras balbuceaba, ay, amor hace mucho tiempo que esperaba este momento, le quite la mascara y que de petrificado sorprendido casi se me corta todo el arrebato que sentía en aquellos momentos.

¡Era Isabel!  Si, Si, Isabel, La mejor amiga de mi ex mujer, la que hacia barios años que no veía, pero que no había olvidado.

Con lo de veces que había soñado con ello ¡Dios mio! que alegría sentí al instante.

 Mi erección aumento considerable mente.  Ya era  deseo  que se volvió ansiedad locura, lujuria,  pasión frenesí.  Le quite lenta mente su segunda piel mientras no dejaba de besar su cuello, su boca du barbilla, sus pechos,  que quedaros al descubiertos  al quitarle su disfraz de pantera.

 La mesa sirvió de nido, de amor, de pista de tenis, de campo de batalla, de lago,  donde me bañe en el néctar de su cuerpo, de playa donde me revolqué en si piel como cálida arena.

Nuestros movimientos acompasados como dos violinistas,  interpretan un adagio a la perfección, nuestros jadeos acoro, nuestros suspiros sonaban al compas de tu cintura y mis riñones, que apretaban sin mensura, sin reservas, sin control, sin frenos.

 

Sus gritos y mis jadeos mas acelerados,  anunciaros el des borde y la explosión de mi b

 Se acercó al mostrador con pasos firmes y excitante su contoneo arrancaba exclamaciones de admiración a los clientes que abarrotaban el bar.

Pon me un margarita Guapooo, -susurro con voz de hipnotizadora-

 

 Lo digo, porque a mi, me hipnotizo  hasta el punto que tuve que decirle.

-Repita por favor-  (-con una voz de idiota que me salió-)

Eran carnavales y el ambiente de fiesta total. Música, baile, charangas,  murgas, cante, risas, y sobre todo mucha sensualidad por todos lados.

Le prepare el margarita con nerviosismo, pues la  sentía tan cerca,  mirándome con  aquellos ojos de pantera y labios carnosos y sexuales, excitantes y perturbadores.

 

Moví la coctelera con grabo esforzadme en  impresionarla, engatusarla enamorarla atráela hacia mi,  quería parecer irresistible ante aquella impresionante mujer.

 

Ella no dejaba de sonreír ni de mirarme. ¿Estaba disfrutando de mi forma de querer impresionar? ¿O la estaba impresionando en realidad?

Cogió el margarita y selo engullo de un trago. –Ponme otro por favor, jajajajaja- dijo –soltando una carcajada,  -Que lo preparas muy bueno.

 

Con manos temblorosas agarre el tequila, el licor triple seco, y el Limón, juntando todo en la coctelera con el hilo   y de nuevo a impresionar moviendo mi cintura y mis caderas como el mejor toreo.

Berti el líquido en la copa con cuidado de no quitar la sal.

Toma guapa,  a este te invita la casa,  es costumbre invitar alas panteras que vienen por primera vez, jajajaja. Le dije, y ella soltó una carcajada escandalosa.

 

Gracias muy amable y caballeroso por tu parte, no es normal hoy en día encontrar a alguien tan galante gracias, y siguió balando meneando el culito con un meneo de infarto.

 

Alas cuatro de la madrugada ya no que daba nadie en el local, solo que daban dos clientes y ella, que seguía a su ritmo de baile exuberante y matador.

Los dos clientes pagaron y marcharon tras despedirse, ya  solo que daba la pantera y yo.

  -Bueno guapa,  tengo que cerrar. -Le dije sonriendo.

 

Ella se acercó a mí, y me dijo casi rozándome el oído con sus cálidos y sexuales  labios. -Te invito a una copa guapo,  si me lo permites.  Y me paso  la lengua por mi oreja.

 Yo sentí un estremecimiento en todo mi cuerpo, las piernas me temblaron,  ¿Por qué?  Yo que había tratado con tantas mujeres  bellas y elegantes sin perder la compostura ¿Porque con esta estaba como un colegial?  Porque me sentía tan atraído por aquella mujer,  a la que solo le veía los ojos,  los labios y la barbilla, todo lo demás lo adivinaba pero no lo veía.

Como atontado baje la persiana metálica de   la puerta del bar, y quedamos solos en el interior del gar salón, el suelo estaba total mente sucio, hecho un asco, pero al día siguiente vendría una señora a limpiarlo, siempre lo hacia

.

Al fondo había una mesa de billar y tres sillones, ella se dirigió a la mesa de billar, ---Tráete las copas que aremos una partida que nos jugaremos algo muy especial. (Risas)

-Yo prepare las dos copas y me dirigí a la mesa dond ravío volcán de lava ardiente  que invadió las praderas de su hermoso y cálido vientre. 

Sus  uñas se clavaban en mi espalda haciendo brotar mi sangre, su boca me mordían  los labios  provocándome dolor, sus piernas rodeaban mi cintura  hincando tus talones  en mis caderas apretándome hacia ella,  como si quisiera meterme todo dentro.

Sus gritos y temblores  y su exagerada  lubricación, me indicaron que aquello ya se estaba acabando, y nos fuimos los dos juntos elevándonos al  mas alto del placer.

 

 Desde entonces siempre que veo una pantera, revivo aquel maravilloso momento, y ahora en los carnavales, se ven muchas panteras.

 FINAL.

Autor, Joaquin Méndez.

Reservados los derechos de autor.