ivan rueda

AIRE QUE NO LLEGA A LA SANGRE ENAMORADA

 

Todavía me suceden tus campanas

en el templo insólito de mis venas,

me consume el lodo entre mis penas

y se me nieva el pelo por las canas.

Se me pasa el tiempo contra el mundo,

se me escapa el cielo por las ramas,

y un hedor a estiércol nauseabundo

escala por las cuerdas de mi alma.

Soy como el mar que nunca vio la playa

de color tan negro y tan oscuro

que es nocturno aullido de una llama

bajo las atroces piedras de tu muro.

No hay pasado, ni presente, ni futuro,

tan sólo hay un reloj de esfera extraña

que marca el dolor de siglos sin minutos,

y da de comer sus horas a las arañas.

¿ Qué fue de mi sermón en tu montaña,

qué fue de mi manzana entre tus frutos,

del sacerdocio de tu garza en mi mañana,

del sacramento de tu boca en mi tributo ?

Carbones somos del nunca y de la nada,

de aquel amor tan sólo queda el humo

viento que ya no agita nuestros juncos,

aire que no llega a la sangre enamorada.