Florecillas silvestres de los campos,
que al cielo danzan coquetas.
Y al esplendor de sus lampos,
buscan mostrarse discretas.
Florecillas que en colores,
bordan sus dulces siluetas.
Son la envida de pintores,
y encanto de los poetas.
Díganme pequeñas flores.
¿Cuánto vale su belleza?
Si el magnífico ropaje de fulgores,
se da a la vista, en su grandeza.
Será que el Pintor de los Pintores,
usó mezcla especial en sus paletas.
Y detallando sus telas con amores,
las vistió con la luz de los planetas.
Será que en la belleza de las flores,
quiso Dios mostrarnos su paciencia.
Quizás posó su aliento en sus olores,
Y con su aroma alegrar nuestra existencia.
Tal vez pensó aliviar nuestros dolores,
dando sus hijas a la madre tierra.
Y sembrando los campos con sus flores,
siembra esperanzas sobre la sierra.