Antonia Ceada Acevedo

Mío

Prieto se asila en algún costado;

en un subterráneo barroco

donde aun hay espacio,

donde aun hay espacios…

Ahí, eternamente mío,

con sus despeñaderos

hilando llanos verdes.

Diferente, abanderando la causa.

Rey de las sinrazones

que abdica a suplicas y ruegos…

Equiparado de mar

para verterse  en los surcos del tiempo;

se desnuda…se arropa…se pierde.

¿Cuan resbaladizo es?

Ampara humillaciones,

se ancla en el dolor,

registra relatos blancos, rojos y negros,

se agranda con sonrisas claras,

se diluye con miradas huérfanas de padres…

A veces…a veces se esconde en su hueco

Y se adormece en su lecho de espinas.

Ahora está beodo; anestesiado

como suspendido en la oscuridad

de  algunos ojos que no sabe

luchando contra lo abstracto.

Se ciñe a mí; me envuelve

para cubrirme de miedos escarchados.

Es mi letrado.

Es mi dictador.

Me duele, me escuece,

se inflama…

Y ese que es eternamente mío…

…y me succiona,

lo nombro ALMA

 

Antonia Ceada Acevedo