Hector Adolfo Campa

Vivirla, eso es todo…

He sentido miles de sensaciones en mi pecho al ver una estrella recorrer los cielos…

He sentido un atardecer expirar en mis pupilas, y se siente exquisito…

He sentido a un hombre tocar la música que hace vibrar la razón, el tímpano y el corazón…

He sentido mi cuerpo a merced de una ligera corriente de agua al sumergirme en el mar…

Pero lo que siento al verla caminar hacia mí, mirándome, cuando su mano por error rosa la mía y aun más cuando lo hace con intención, cuando siento su calor,  nada se iguala a ese sentir…

 

He visto la luna cambiar tantas veces, y como las nubes juegan con su luz en los pastizales…

He visto a un ave llorar la angustia de no hallar a su madre…

He visto la ruina y la fortuna de miles, y los paisajes más hermosos que un hombre podría ver…

He visto arte, y varias mujeres estremeciéndose entre mis brazos desnudos…

¡Pero algo más hermoso que esos ojos vivos!, algo más Imponente en todo el infinito no lograría ver…

 

He escuchado orquestas y solistas que desgarran el alma al llorar a través de su instrumento…

He escuchado la tierra gritar, la lluvia en la madera, miles de aves sus melodías entonar…

He escuchado los sentimientos de cientos a través de mi vida, como un psicólogo urbano…

He escuchado discutir a los ángeles y a los demonios un millar de veces, desde mi solitaria habitación…

Pero escuchar esa voz, escuchar sus sentires, escuchar su caminar, escuchar su respirar a un lado de mi oído, eso supera todo lo que alguna vez he oído…

 

He tocado un cuerpo sin vida, y otros viviendo el éxtasis del orgasmo…

He tocado el pasto fresco, el viento cuantas veces no he acariciado…

He tocado un instrumento y dejado ir mi alma en el, y también el cabello de una mujer que alguna vez amé…

He tocado una nube, y también la tierra húmeda, el pelaje de un animal extraño y una gota cayendo por alguna triste mejilla…

Pero cuando toqué su cabello, perdí mi razón,  es incomparable con cualquier cosa que haya rosado con mis dedos, a excepción de su blanca piel…

 

He olido la fragancia de un campo de flores, y el perfume de un sano y alto roble…

Eh olido comidas exquisitas, vinos y elegantes y finos perfumes…

He olido la fragancia del cuello de alguna amante, el aroma del amor, la de algún mar que provoca volver a oler a la antigua amante…

He olido cosas que provocan sensaciones extremas dentro de mi pecho…

Pero sólo hay una fragancia que me tira al suelo, me revuelve las ansias en mi pecho, me hacen caminar del suelo al tejado y hasta el más lejano pueblo, y esa fragancia sólo la tiene su cuerpo…

 

He vivido la magia de las mariposas que procrean en mi vientre…

He vivido la influencia de extrañas sustancias en mi ser, y los placeres que todos desean conocer…

He vivido cosas que parecen sacadas de un cuento, y a veces de una pesadilla…

He vivido el poder perderte en sentimientos, y cuantas cosas te imagines…

Pero vivirla, poder conocerla, sentirla, escucharla, tocarla y olerla…

Vivir sus historias, sus viajes entre recuerdos y nuevos momentos…

Sus ideas y sus miedos, y su forma tan atractiva de ver la vida, y gozarla…

Como lucha con sus demonios, y consigo misma…

Vivirla, eso es todo…

 

No hay nada más,  no hay nada que pueda compararse a eso…

Es imposible describirla, compararla o contarla…

 

Es eso, lo que me obliga a buscar en cada rincón del infinito, algo que me agá sentir algo parecido…

Y creo que moriré antes de encontrarlo…