Rigoberto Lopez Tellez

El poema del triste

Se hace sangre la tarde, su rayos de luz fueron garras arañando el alma, y asi su recuerdo una herida en sal y limón. El viento me salpica y nace lágrimas de dolor cae lanoche temerosa de su rosa se asoma sagilosa como queriendo no ser importuna. Ya las lámparas del parque se encendieron como mendigadas a la dicha de las luciernagas que parpadean tintineante en el muro negro como el beso que se enciende y se apaga. No queda nada más que agarrarse la herida, como soldado herido en combate aguantar el dolor y levantarse No queda más que tratar de reír con ganas de llorar como el payaso triste en su mejor espectáculo llorando con su cará feliz. No queda más que caminar sin querer andar, caminar pensando em lo que se añora pensar en el besó, en el abrazo, en la mirada, en su sueño, en la risa y su llanto. Pensar que ya no estará conmigo. Pensar que camina largo de mi, sus carisias sus palabras dulces, su voz de niña. No te la robes, olvido, no te la lleves, tiempo, ni me la arrebates, distancia por que por ella vivo y respiro. La noche se ha posado justo sobre mi y no hay luz más que la de mi cigarrillo no hay más luz que la de mi amor Negandose a morir.