Ever Noriega

El Recuerdo del Daño

Arrancaba en cementerios, de nichos, rosas

y ellas predicaban me las ingratas cosas

que vivimos juntos,

y yo de fatuo con grandeza idiota

de dulce avellana a amarga bellota,

con la que cambie mis gustos.

 

Nuestro amor nació en medio de tormentas,

escuchando siempre la vil protesta

que obligaban a inhibirnos,

y aun así me amabas cual torrente

y yo de caballo de Troya a rata corriente,

no apoye en huirnos.         

 

Cuando tú me dabas del amor verdadero

esperando la respuesta de mi ser sincero,

que nunca llegaba,

tu decías ignoremos a la gente

y yo de gran numen a sucio persistente

no escuchaba tu plegaria.

 

Y pues tu sin dudar de mis pretextos

de la infieldad  que atribuían mis decretos,

tú me perdonabas,

sin importar la actitud negativa del desleal

de ángel celestial a demonio bestial,

y luego, luego te alegrabas.

 

Mi ser de piedra golpeaba tu blandura,

por mi amor despreciable o mi gran hermosura

no entendía que me pasaba,

tu valorabas de mi amor errado

de fruto codiciable a manzana del pecado,

y yo aun así escapaba.

 

Y tu toleraste mis crueles injusticias

cerraste tus oídos a las ciertas noticias

de mi amor mediocre,

y yo te huía como de un clavo

de rey el imperio a pequeño esclavo,

por las palabras de azote.

 

Cuanto lamento el haberte perdido

 o prestar atención al comentario podrido,

que aquellos decían,

ya no estás con migo y yo me detesto,

de océano azul a terrible desierto,

arrepentido por lo que no hacía.

 

Es hasta hoy un castigo del cielo

el recordar imágenes de tu ser lisonjero,

cuando mis ojos humedecen

frente a la tumba, arrimado al banco

de águila impetuosa a buitre de barranco,

la culpa me estremece.

 

Ahora yo digo que los malditos dolores

en mi corazón se entrometen convertidos en horrores

por mi vileza y estupidez,

venid algún amigo a entender lo que siento

de muchacho turbado a niño contento

“a liberarme de mi insensatez”.

 

Espero que estés gozando un galardón,

pues este día fatigado te pido perdón;

y yo en mi sueño espero

que aparezca allí tu fantasía sonriente

de sufrimiento infeliz a amor viviente

mientras yo por la culpa muero.