magginela

Consejos de mi abuelo

¡Tú no sabes nada del amor!

Me decía el viejo exaltado

¡No me vengas con cosas aquí!

¡Escucha a la experiencia, hombre, que está llena de sabiduría!

 

“¡Pero yo la amo!”, respondía yo con terquedad

Su calva cabeza se movía de un lado a otro con furia

Y sus cejas canosas se juntaban al principio de su nariz

 

¡Qué iluso eres, chiquillo porfiado!

¿No ves que yo quiero lo mejor para ti?

¡El amor no es de fiar!

Si quieres sobrevivir a la vida, debes ser más sagaz que el amor

 

Yo quedé reflexionando sus palabras, que parecían muy serias y sinceras

Pero cuando recordé su sonrisa, sus ojos, sus labios…

Me abuelo entendió qué era lo que yo pensaba

Y a veces sus ojos azules penetrantes me daban la sensación que leía mis pensamientos

 

¡Tú si que ya no tienes remedio!

Exclamó con resignación

¡Si ya te pareces a mí!

 

Yo quedé sorprendido ante su respuesta

No aguanté y la curiosidad me impulsó a preguntarle:

¿A qué se refiere con eso, abuelo?

 

Él sonrió, como si hubiese sabido que yo le preguntaría

Se arregló sus lentes pequeños sobre su gran nariz y comenzó su historia

 

¡Ah, esa mujer fue mi perdición, hijo mío!

La miraba y no contenía las ganas inmensas de suspirar

Añoraba, en cada segundo de su ausencia, tocar sus manos y su piel

No lograba reprimir el palpitar de mi corazón cuando estaba a su lado

Pronto todo lo demás dejó de tener sentido

Y sólo ella era lo que importaba en toda mi existencia y mi universo

 

Era la única flor que podía ver en el jardín

La única estrella que brillaba en el firmamento

La única voz que parecía escuchar a miles de kilómetros

Y el único corazón al que el mío pertenecía por completo

 

Hizo una pausa, seguida de un suspiro

Yo ardía de curiosidad y volví a indagar

¿Y qué pasó con ella?, pregunté desolado

 

Él hizo una pequeña mueca,

De esas que predecían un mal indicio

Y yo me sumí en la tristeza y el miedo

 

¡Ay, muchacho! ¿Es que tan ciego estás?, me dijo

¡Mira cómo he terminado, hombre!

¡Con cinco hijos y una hermosa mujer amándome aún!

No te dejes engañar, hijo mío, si no quieres terminar como yo

Casado, con hijos y nietos, y para el resto de la vida, nuestro amor