han-jael

santidad

Tus ojos son aun más inmensos que el cielo

y tu boca es más suave que la lana.

Eres como una deidad en forma humana,

no sé porque aun insisto en compararte

con una cosa tan mundana.

 

Siempre te escribo poesía,

siempre la misma inspiración,

siempre el mismo sentimiento,

siempre con el mismo amor.

 

Tu eres mi amor, más que solo palabrería,

cada vez queda menos de mi,

pues me lleno de ti día a día,

pero quiero más, mucho mas,

porque al dejar de verte

me voy sintiendo vacía,

y se va mas allá mi existencia

de la tierra, del cielo, de esta vida,

trasladándose mi alma hasta el limbo,

donde siento que te pierdo

y luego yo me siento perdida.

 

No hay sentido, ni valor

si no estás conmigo.

Escucho tu voz,

música de violas,

creo en tus promesas

como creo en Dios,

y tus palabras son mis estatutos;

son tus juramentos mi sagrada ley.

 

Tómame, reyna o esclava,

de igual manera tú serás mi rey.

Yo voy adorarte, soy tu mujer,

eres mi dueño, dueño de mi ser.

Este ser que se sublima

cuando estas al frente,

se enajena la razón

de mi cuerpo y de mi mente.

 

me postro a tus pies como mi señor que eres,

me doblego a este sentimiento,

que es por ti, que aun no sé cómo llamarle,

o no sé si quiero pronunciarte

un te amo que no deba decir,

por miedo a que tengas que decidir

de una vez alejarte

de tu pobre y servil amante.

 

Tengo en mi conciencia que amarte,

solo es un atrevimiento de mi parte.

pues es tu belleza, impactante,

al grado tal que no ya no soy dueña de mi

sintiéndome diosa entre tus brazos,

bella, inmortal, lozana, amada…

 

me dominas siempre con tu esplendor

sobra decir que eres perfecto

solo tú puedes causar en alguien como yo

la locura. Tu eres la causa, yo, el efecto.

Quizá si con fuerza lo deseo

Me llames un día: “mi amor”