Deshabité los desvanes del desvarío,
apolillé mi frío entre tus lanas,
hebras de lava tejiéndose en viento
del alado sentimiento que llegó a mi alma.
Desanudé las secuelas que ya eran antaño,
cedí al extraño impulso de las letras,
te llamé poema mientras me hice tu nombre,
y resurgí en las prisiones de tus venas.
Desteñí el gris que me nublaba,
rocié al alba mis versos de ensueño,
escribí con dueño lo libre que palpitaba
y aprendí a ser amada amando de nuevo.
Desoí los tambores que miedo repicaban,
pasé la página que atrapó mi vida,
broté decidida donde tú me sembrabas
y me sentí colmada donde te latía.
Despojé tus dudas sin dudar de tus ojos,
adapté mis modos al nuevo amanecer,
comulgué en la Fe que erizó tus poros
y supimos que todo confabuló para ser.
Y. hoy... sigo latieno tal como lates,
voces de vate en sonido umbilical
que ahondan donde amar me abre
el cielo en calles por donde pasear.
Esencia