Kabalcanty

VAMPIRO

 

VAMPIRO

 

 

 

Una luna licantrópica recorta su figura,

encorvada, presta al salto, negra,

sobre la tapia tejida de enredadera sucia.

Su bálsamo late en el cuello de la joven

que duerme su ignorancia con azuladas capas

de príncipes que afrontan peligros por ella.

Suena la noche en el dormitorio

como pisadas de algodón en el parquet.

El reloj avisa con dos tañidos pudorosos.

Príncipe de tinieblas bruñido en la albura

de su faz, vertido en sus labios secos.

Se hunde en su cuello, loco, goloso,

como si libara el fermento de los dioses.

En ella, un estremecimiento dulzón,

desfallecer en pos de sus finos incisivos.

El eco de una erección le gatea piernas,

nubla el ascua de sus ojos, le recuerda.

Mas la sangre viva vence al desmayo,

le eleva, barbilla abajo en riada,

en alimento pleno vitoreando por sus venas.

Ella inerte, con la boca entreabierta,

huida en plasma hacia su vigor.

Se acerca, y la besa preso de arrebato;

y sin querer se va abrazado a una sombra.