Fernando Curiman

Presagio de paloma

Sofocante estaba la noche lo recuerdo bien. Recuerdo cada detalle, incluso el ardor que sentí en mi ojo derecho al rascarme con las manos sucias. Tuve que salir un rato, le dije que iba a fumarme un pucho. A ella le daba lo mismo, incluso ni se molestó en mirarme, seguía conversando allí banalidades con la pareja de un amigo...Y con mi amigo. Tenía una facilidad para hacerse de gestos y temas de conversación, que hipnotizaba a cualquiera si le agregabas esa risita de niña cartucha. De cierta forma aquello me gustaba pues yo de labia nunca fui ducho, entonces era una especie de complemento al incomodo silencio que se forma cuando conmigo se camina. Pero por otra parte me parecía detestable. Yo miraba el reloj y anunciaba la hora como especie de indirecta para así dar cuenta que han pasado más de dos horas y aun no la veo desde arriba gimiendo. En fin, salí a la calle porque en el patio se encontraba charlando gente de-la-más-alta-clase-baja, y con el pisco y este huiro que armaré enseguida lo bolchevique no me lo quitaban ni a palos compañero. "Ahí no más"- Pensé para mis adentros. Y  parado afuera de aquella tertulia tipo carrete de lo máschoriflai me quedé tarareando una canción de "Manolito" García, y  me arrepentí de sacar la hierba, preferí guardarla para más rato y saqué un cigarro mejor, de esos baratos que salieron aprovechando el alza en los de marca gringa. Me quedé pensando largo rato puras huevadas. Pensé en las palomas y me reí por ese caminar tan raro que tienen. Justo vi pasar una bien oscura y grandota ¿Por qué harán eso de sincronizar el movimiento de su cuello con el de su caminar?. Me mato de la risa cada vez que las miro. Pensé también en la Maca.... ¡En la Maca po!, osea ya van como dos años desde que terminamos y aun se aparece en estos trances de dos AM. Y así pasó como media hora y me dio frío, así que pasé a buscar abrigo. Cuando entré al living a buscar la chaqueta que la  Romina había dejado sobre sus piernas para calentarse, recuerdo abrir la puerta y...¿Que mierda? 


-Compadre créame fue lo más bizarro que me ha pasado. Cuando abrí la puerta de la casa de la Romina, volví a pisar la calzada y a sentir la brisa de la calle a la que había salido en un principio.... Es más, tenía lleno el vaso de pisco que estaba seguro me había tomado recién. 
-Estaban buenas las piscolas amigo jajajajaja.- Se rió escéptico y burlón pero con algo de intriga reprimida que logré notar bajo sus carcajadas. Al ver que no me reía, que hablaba en serio, me dijo con aires de experiencia: "Stress perrito, la enfermedad del proleta"...Y ¿qué pasó después?


- Vi la paloma, esa que me dio risa, estaba comiéndose algo y aleteando con fuerza. Estaba como luchando con un trozo de tela vieja enterrada en la tierra. Me cagué de miedo no sé por qué, así que intenté abrir la puerta de nuevo y no pude. La paloma seguía aleteando y aleteando, y haciendo ese ruido que hacen las palomas como de ronroneo, llegaron más y más. Yo muerto de miedo no podía abrir la puerta, me tiritaban las manos, boté el vaso de pisco, sentía voces a lo lejos gritar bien fuerte, bien fuerte, y bien lejos. Eran como gritos de coliseo pero como si estuviera yo al medio. Las manos me tiritaban más que la mierda, me había puesto a llorar pateando la puerta, y no pasaba ningún auto. Había silencio en la atmósfera, no corría ni viento ya, solo se escuchaban las palomas y las voces.No pude correr, mi existencia se redujo a la de un vil espectador dentro de un cuerpo. Me sentía ajeno a mí mismo.

 El aleteo de las palomas se hizo más fuerte, y las voces del coliseo también. Recuerdo gritar a todo llanto en posición fetal frente a la puerta sin escuchar, solo sintiendo a mi garganta desgarrarse. De repente las palomas vuelan espantadas sin motivo alguno y observo en la tierra un trozo de papel carcomido. Con un valor insospechado en mí, logré acercarme al papel que ahí yacía. Sin lágrimas ya pero con algo de nostalgia por ese papel ahí botado, solo, frío. Me acerqué gateando desesperádamente cual infante a su seno materno y, claro... Algo me lo decía, en el fondo sabía que tenía que ver con ello, hace días que estoy con esa nostalgia, con ese aroma en mis ropajes...¡Era la Maca huevón!. Era la foto que tenía en mi pieza guardada en el cajón del velador junto con todos sus regalos. Al ver la foto sentí revuelto el estómago, ganas de vomitar. Se fueron todas las palomas, y los gritos. Silencio. Pero de esos silencios, fríos, como de cementerio. Dejé de llorar, tomé la foto de mi antigua compañera y sus pálidas manos sosteniendo aquel cartelito del RUT por la que siempre se quejaba. "Salgo fea" -recordé su voz-, y en eso una sonrisa emergió acompañada por lágrimas tibias, tibieza, calor por fin. Calor, tibieza, llanto, sonrisa y de pronto estaba saliendo por la puerta....con el vaso de pisco lleno a la calle. Sentí un escalofrío terrible al ver justo en frente mio un par de gatos jugueteando con una paloma muerta.