ALVARO J. MARQUEZ

EL OCASO DE ELVIRA (ContinĂșa)

"La experiencia es la única luz que sólo alumbra cuando quema".

 

Un gran penthouse, un lujoso apartamento,

hay música a muy alto volumen sonando,

en una noche bien fresca, de mucho viento,

hombres y mujeres jóvenes hablan afuera,

Elvira hace su llegada y de cierta manera,

siente que ahí todos la estaban esperando.

 

Lo primero que hace Miguel es presentarla,

les pide a todos que volteen y dice “ella es”,

hombres y mujeres, todos voltean a mirarla,

Elvira es una mujer recia, despampanante

y esa noche se sentía sexy y muy elegante

y se creía la vedette de la cabeza a los pies.

 

Ya tenía su trago en mano, sin saber qué bebía,

allí todos eran jóvenes, había juventud total,

Elvira notó que a pesar de lo bien que se veía,

comparándose con la ropa que usaban los demás,

se veía mayor, no era eso lo que quería, es más...

empezaba a molestarle eso de sentirse tan formal.

 

A medida que iba bebiendo más alegre se sentía,

ahora habían unas luces de colores alucinantes,

maquillajes extraños, peinados que no conocía,

un collar de perlas hermoso adornaba su cuello

y en uno de sus dedos reluciendo muy bello

un costosísimo y vistoso anillo de brillantes.

 

Avanzaba la noche y los tragos que se tomaba,

se sentía rara y tenía unas dudas no resueltas,

Miguel por su lado aparte muy poco la miraba,

a pesar de que era para él esa noche su belleza,

Elvira tambaleando ya sentía que en su cabeza

todo se movía incesante dándole mil vueltas.

 

Oscuridad a medias, luz a medias, confusión,

siente que la empujan, escucha unas carcajadas,

ya no tiene control alguno de aquella situación,

siente manos que rozan, que arañan su piel,

no tiene la menor idea del paradero de Miguel

y pierde ya la conciencia de las horas pasadas.

 

Amanece y en el apartamento el caos impera,

un aire muy enrarecido es lo que allí se respira,

botellas rotas, rastros de peleas adentro y afuera,

Miguel borracho yace inconciente en un sofá,

no hay collar de perlas y el anillo ya no está...

y en el suelo inconciente... Elvira.