joaquin Méndez

¡Amor! Súbeme al cielo.

Me pongo a escribir en la sábana, blanca de este folio, que no tiene ni nubes ni cielo azul, pero tiene un sentimiento de locura de amor, pues loco estoy yo por tu amor. Es en ese sentimiento y en mi mente,  donde veo  la nube de tu pelo ondulado  y el azul de tus grandes y hermosos ojos azules que para mí son como el propio cielo.

Bajo por la llanura de tu vientre recorriendo el rio que nace entre tus pechos, y continúa por tu ombligo para desembocar en tu monte de Venus,  en ese bosque de marañosos rizos donde me sumerjo buscando el túnel que me conduzca a lo más sublime a ese destino placentero y gustoso jamás soñado.

 Mis manos se convierten en brisa para acariciar las cimas de las montañas onduladas  que dibujan tus pujante  y redondo trasero, se introducen en el cañón que separa una cima de la otra para bajar por la ladera de tus lisas y cálidas nalgas  la parte interior de tus largas piernas  presionan mi cara con ansias y deseos de placeres desconocidos hasta ese momento.

De tu boca de fresa y rosa sale algún tenue gemido con tal sensualidad que mi cuerpo se vuelve volcán y mi boca sigue escavando en el bosque que compone la cueva,  que forman tus rosadas y bien formadas piernas.

Tus manos aprietan mi cabeza  con suavidad,  pero con firmeza hacia tu cabida cálida y jugosa como una frágüese  madura, mi lengua parece una serpiente entrando en la cueva y lamiendo la entrada,  de ese paraíso atrayente y embriagador que me hace estremecer de placer y bienestar, mi mente vuela y vuela como perdida en ninguna parte.

Oigo tu voz dulce y suave como una caricia de viento, diciéndome.  -¡Amor! Súbeme al cielo, a ese cielo que tú conoces y yo quiero visitar contigo, amor súbeme al mas allá, a lo desconocido para mi, sorpréndeme como nunca me haya sorprendido nadie, has que me sienta la mujer más dichosa de este planeta y de este mundo.

-Sí, si  amor lo que tú quieras; susurro yo como ausente como si tu hechizo me tuviera totalmente embriagado,  hipnotizado, como si yo no fuese yo.

En estos momentos mi boca comienza a subir por tu vientre recorriendo lenta muy lentamente la distancia que la separa de tu gustosa boca, para beber tu saliva y absorber el alimento de  tus sabrosos besos.

Mientras mi boca sube y sube, otra parte de mi anatomía se acerca a la entrada de tu secreta  madriguera la cual se encuentra  ya,  lubricada y ardiendo como el mas activo de tus volcanes, y comienza a entrar deseosa pero paciente y calculando el peligro de verterse antes de tiempo.

Poco a poco va entrando toda mi fantasía dentro de tu interio,  cosa que nos haces estallar de placer y pasión a los dos,  como dos paracaidistas que se lanzan la vacio agarrados de la mano.

Mi boca se aplasta contra la tuya y tus brazos y los míos se entrelazan como los tentáculos de un pulpo pegándose nuestra piel como las enredaderas que se aferran a las paredes.

En mi dura y conciente fantasía,  siento la presión que  hacen los músculos de tu madriguera sobre mi glande,  para  extraerle hasta la última gota de sabia y néctar  perfumando tu vientre, con la aroma de toda mi ansiedad y pasión,  la cual  tu recibes con una explosión de convulsiones y gemidos  que acelera mi carrera por llegar  al final contigo, y extasiarnos repletos de amor y besos.


Autor, Joaquin Méndez. 23/12/11. Reservados los derechos.