David Goya

La noche amante (David Goya) palestina

Fue una noche…, serena y clara,

cuando el encanto jamás pensado,

hiso que mis labios empezaran,

a besar los tuyos…, tiernos y sonrosados.

 

Las cálidas mieles de vibrantes besos,

no salida de los labios si no del pecho;

hizo que me convirtiera de tus deseos preso,

en la silente, y cálida noche de tu lecho.

 

Fue, la perfecta fascinación

que seduce a la carne ardiente;

el más bello encanto, y dulce sensación…

Huella grabada por siempre en mi mente.

Y no fue, de tu cabello la negra cascada,

ni de tus ojos claros, el vivaz destello,

ni de tus labios rojos, la miel azucarada,

ni aquel lunar de tu venusto cuello…,

 

Tampoco fueron mis besos ardientes,

ni las cálidas caricias de mis manos…,

ni el  deseo que paso por nuestras mentes…,

ni el sentir obsceno de todos los humanos.

 

No te sientas culpable de lo sucedido,

si te has entregado al amor y no al deseo;

fue la flecha del amor que lanzo Cupido,

eso es lo que yo a conciencia veo.

 

No fue una noche de placer lo que vivimos,

ni tampoco de obscenas liviandades;

fue una noche de amor en que quisimos,

fundir en una, nuestras soledades.

 

Ninguno de los dos es de culpar,

por aquel momento tan divino;

para el humano es ley suprema el amar…,

y no se puede escoger otro camino.