Luis Rayo

A LA FELICIDAD

Saludo a la bella y dulce y tierna rosa,

como eres tú, felicidad, y he venido a verte, 

pues el pueblo está muy triste, solo, inerte

y la bruma hiela y siendo tú tan hermosa,

 

tan llena de vida, te imploro que tengas prisa

y que no dejes, luz de ser, que ruede losa, 

no permitas que el sol se tape o se convierta en cosa,

tú vas más allá de la tristeza y te conviertes en brisa,

 

y andas luego por las casas sordas, lúgubres y mudas

donde niegan el paso a la fragancia de la alegría,

y ni siquiera las sonrisas se asoman; deja que se vierta la sangría

ruin y ruda y que corra por las venas de las negras viudas.

 

A mí, me surge el tormento por la falta de tu presencia,

suspiro, te anhelo y mejor prefiero la muerte,

por no verme favorecido por tu bendita suerte,

ya que sin ti ¿de qué serviría vivir sin tus caricias y esencias?