Isaac Amenemope

EL VENDEDOR DE FORMULAS (capitulo 6)

El Vendedor de Fórmulas (Cap 6) 
 

Continuación:::
 

 

Capitulo 6 -Tenemos problemas con el chico –advirtió uno de los controladores irrumpiendo en la sala-. Ha roto algunos artefactos, incluso. -Eso es Litbur –arrojó Sedujana-. Has lo posible porque la Cualidad Definible no se desordene demasiado. -Pierdan cuidado –prometió levantándose-. Lo traeré ante Uds, cuando yo considere que se encuentra en capacidad de transmitir ese mensaje. -Bueno, creo que sabrás donde estoy. Je,je,je.
 Van Litbur salió impregnado de una confianza saltatoria, planeando el desmesurado trabajo que le esperaba, y redistribuyendo la enorme cantidad de tiempo que le ofrecía El Cuadrante. -¿Qué han hecho con el chico? –preguntó a los controladores. -Están intentando familiarizarlo en casa –respondió uno de ellos-. Lo han llevado a dar un paseo por el casco. -Bien –se dirigió a Aproppion que salía tras él-.ñ Quiero a un buen ingeniero de sonido, y al equipo de plataformeo… Primero al equipo… ¿Crees que logres reunirlos en 2 horas? -Lo intentaré. A esta hora no será complicado.
 Se separaron y Litbur fue guiado con Josuá, a quien habían conseguido entretener con unos aparatos lúdicos que La Empresa estaba diseñando para arrojarlos al mercado de playas y balnearios. Artificios como tiburones potro guiados a control remoto, mini lanchas solares, burbujas flotantes por inducción gravitatoria, adiestradores de nado, brújulas biomagnéticas, entre muchos otros. -¿Te has estado divirtiendo? –acercándose hasta donde jugaba-. Ven acá que tenemos un asunto más serio que resolver Josuá. Litbur confiaba en que toda aquella fuerza atractiva que invertía para mantener próximo al chico sirviera igualmente para educarlo en tan complejo asentamiento humano. Así que iría hacia los puntos sensibles más comprometidos que en él deberían seguir latiendo. Los removería de tal forma, que profundamente propiciaren el emergimiento de la consciencia adolescente no aberrada, para así poder plantearlo sobre la problemática en cuestión. Les sería muy difícil a ambos proporcionarse concordantemente desde la posición en que ahora se hallaban. Para Litbur no había comparación razonable en ese sentido. -A partir de ahora tú y yo debemos escucharnos con toda claridad Josuá –le dijo enmarcándolo dentro de un situado hipnótico-. Ya comprendes lo que quiero decir con esto. El no respondió. Se quedó mirándole como quien no sabe a qué atenerse de momento, luego se volvió sobre la plaza de juegos incitando a la diversión. Litbur miró hacia adentro, en donde todavía él no había descubierto un “atractor” continuo de Cualidad Definible, y mucho antes que derivar hacia una de sus fórmulas encontró aquel abismo comunicativo que ya se agigantaba entre su brillante genio y el ingenuo confundido de aquel Versany ya muerto en otra dimensión de la existencia. Tenía que aprehender cuanto antes el modo usual que conducía a Josuá a la actividad que más se aproximaba a su propio y particular detenimiento, o pronto terminaría escapándosele más allá de la regresión por la que atravesaba. Entonces, lo que probablemente él mismo había venido siendo, se desvanecería. Agitó su cabeza y se proporcionó al exterior, donde subyacía el grifo de los estímulos. Lo abrió sin deje de consciencia, hasta que un torrente de imágenes cruzó su memoria, y se hizo en ello tanto como se necesitaba para empalmar el seguimiento. -¿Hay algún salón audio-visual a disposición? –preguntó tan aprisa que los asistentes apenas alcanzaron a entender. Reaccionó-. Condúzcanme a uno de los salones audio-visuales cuanto antes. Tomó a Josuá por una mano y siguieron a los asistentes mientras exigía a través de sus radios algunos de los instrumentos que se iban a requerir, y unos cuantos dulces sedantes para persuadir y ablandar el niño que ya se había engendrado en Versany. Pasados unos ¾ de hora acuarianos Van Litbur forcejeaba tratando de instalarse un casco especial para inducción de imágenes. Se trataba de un equipo dotado de una megacentral que almacenaba alrededor de un 30% de la globalidad de la información manejada por La Empresa. Por un lado se pondría en funcionamiento el Disparador de Señales, que consistía en una especie de casco elaborado sobre una colmena de celulillas termo-sensibles, cuya función básica sería transmitir impulsos codificados cerebralmente. El principio no era demasiado complejo si se tomaba en cuenta que la función principal del emisor era liberar su memoria, dispararla hasta el grado de conseguir cierta fluidez secuencial en el proceso de reordenamiento ribosómico a nivel neurositémico. De allí a que el casco incluyera un par de difusores de ondas electromagnéticas a la altura de las sienes, cuya finalidad consistía en la estimulación de los lóbulos temporales y prefrontales. Luego el emisor, por otro lado, debería efectuar una especie de señalización binaria para codificar cada fracción de la secuencia, de modo que en la central aquellas pudieran ser identificadas, procesadas y coemitidas paralelamente en base a la información almacenada. Finalmente la secuencias serían proyectadas bidimensionalmente, y eso si las señales del emisor encontraban completa analogía en los bancos de memoria de la central. Para ello se ameritaba un experto, y Van Litbur no lo era menos en este tipo de menesteres. Necesitaba él muchísimo menos que palpar en Josuá alguna imagen eterna, si era que la poseía, conservada inalterablemente. Luego ella habría de servir como precursora de toda la naciente afectiva perdida en alguna etapa crucial de su desarrollo; de apertura interactiva a una ingenuidad aprovechable en el campo de la comunicación especial. Así sería posible enseñarle cómo transmitir más allá de sí aquel mensaje a través del cristal, cómo ofrecerse completamente, de modo que lo menos inexplorado en su inconsciente aflorara para tocar lo actual, y haciéndolo como sólo un niño se atrevería, continuara sin tiempo, pero llevando consigo una cualidad definible poco exigente en el reino de lo elemental; donde probablemente tocaba a su fin la escalofriante confabulación de los tutores del mundo…Luego, la salida al mar, donde sonido y fotología daban una especie de respuesta libre al sentido de lo paralelamente activo: Un delfín cegado por un espantoso derrame de petróleo era igualmente un delfín menos, aun cuando su capacidad más sensible, fuere la que fuere, dejara de depender de la gravedad salvada entre burbujas. Sin embargo, el señor Valiary demostraba no poder mantenerse sumergido, según los informes de Paul Ardea, ni siquiera con equipo adecuado, ya que su frecuencia respiratoria tendía a ser demasiado exigente. Mientras que toda esa urdimbre de hechos en efecto aislados se le presentaba no menos que inútil, aquel Litbur sentía que su corazón de pionero solitario saltaba sus vértices, alterado por tanto trabajo acordativo… Cuando Josuá estuvo finalmente conectado, la pantalla al principio se tornó en una difusa mezcla de abstracciones descoloridas y formas aisladas, pero conforme empezó a concebir ritmos y a contemplar con claridad, las imágenes vivas captadas durante tantos años de transparencia sensorial, pudo ordenar la actividad de su mundo virtual, constituido por etapas meditabundas ciertamente auténticas, con uno que otro asalto psicológico, pero en su espectro perceptivo libre de cualquier interferencia intelectable. Salieron así a la luz ambientes perdidos, sublimes y característicos: Paisajes abundantes, hermosos y revitalizantes; naturalezas salvajes, dóciles e inolvidables; lugares contactados desde la más viva inocencia objetiva, activos en el principio progresivo del carbono, y sus complementos electrónicos.  Josuá saltó sobre la distracción que le proporcionaron las imágenes en un comienzo, y poseído por una emoción primitiva se abalanzó hacia la pantalla. Litbur, quien conoció a su abuelo en las riberas de un lago apartado del mundo en el corazón de Canadá, intentando cada fin de semana pescar su última trucha, obtuvo así el derecho de observar en la progresión de su línea existencial aquellas perspectivas para entonces miméticas al natural estado. Un espiralizado haz de luz morada fluía entre la cabeza de su abuelo, y una especie de óvalo brillante contra el nítido azul del cielo. Su propio haz, contempló Litbur, era de color blanco, como el vapor de una indefensa máquina. Sus acciones, enormes sobre un evento sin roces pasaban la vida, y la coestructuraban ante la naciente afectiva del chico, quien pegado a la base de la pantalla, intentaba penetrar desprovisto de genio a un lugar ya no perdido en su selva adenosica. -Ha sido suficiente –comunicó Litbur desembarazándose cuidadosamente del aparataje-. Ayúdame con esto. Enseguida fue con Josuá, para ese momento incierto contra una pantalla muerta, colapsado y sin poder reaccionar por su cuenta. -Hora de dormir, Josuá –le dijo cargándolo con empeño-. Al fin he dado con una de las puertas que dan a tu corazón… Luego de acostarlo se reunió con el grupo de plataformeo, una veintena de hombres capaces, con Aproppion al frente. Una hora fue suficiente tiempo para exponer las demandas pertinentes. Tendrían que aislar un radio de unos 3 mil metros de mar abierto, en donde los delfines pudieran cooperar sin sentirse cautivos de ninguna manera. De allí salieron camino al siguiente cometido. -Paul llegará al Cuadrante en el transcurso de la noche –le informó Aproppion. -Bien… ¿Qué hay con el ingeniero de sonido? -El hombre no termina de convencerse. Dice que un cornete de los que usaban los vikingos para comunicarse en mar abierto, conectado a un sistema de ecualización midi, y tamizado dentro de un programa adecuado podría ofrecer mejores resultados. Je,je,je… -Está bromeando… Todos sabemos cuán difícil resulta emular los sonidos que emiten los delfines para comunicarse entre ellos. El hecho de que respondan a ciertas modulaciones no significa que se esté estableciendo un contacto fidedigno… Nosotros necesitamos alcanzar un nivel real de interpretación, y para ello las condiciones del mismo deben reunir una cantidad de factores que van más allá de la simple elaboración kilocíclica de variables… Estamos ante un problema de armonía orgánica, véalo… Es el sentido lo que determina la eficacia interactiva del lenguaje. Lo que nosotros entendemos por “sonido” es la variación, o deformidad del espacio en una de sus dimensiones; pero en definitiva sigue siendo el tiempo el marcador de toda coordenada rítmica, que es la que determina la cualidad del mensaje… A propósito, la marcada profundidad de las cisuras en el cerebro del delfín me inclina a pensar en una avanzada independización de sus hemisferios de asociación. Me atrevería a decir que en una memoria auditiva, como es el caso del delfín, el ritmo de trabajo orgánico es más dinámico, en términos de reordenamiento de la información proveniente del exterior, y que, la dimensión dada por la profundidad se obtiene en niveles de apreciación más amplios. Así que, de acuerdo con esto, debemos coincidir en un mensaje rico en frecuencias sónicas de origen solar inmediato… ¿Sabemos cuántas de nuestras sondas exploradoras se hallan inmersas en la cromósfera solar? -Veamos –revisó Aproppion con rapidez-.Si, el Cruisse Quark debe hallarse en estos momentos, si mal no calculo, como a 11 días de del borde solar, lo que significa que le quedan al menos 7 días útiles de vuelo… El Diamond Glass II no se lanza hasta el próximo período. -Perfecto. ¿Conocemos la calidad de la información enviada por el pequeño Cruisse? -De hecho terminas de dejar la Central de Información… -Entonces será probable transmitir a Cruisse una secuencia considerable de la Cualidad Indefinible que emiten los delfines. Una vez allí deberá captar la naturaleza del mensaje, y desarrollar un análisis que nos permita verificar el comportamiento de esas ondas a tal nivel de aproximación solar… Me explico, si a pesar del enorme grado de perturbación de la atmósfera a ese nivel es todavía posible la estructuración logarítmica de la Cualidad. Significará que posee un soporte geométrico capaz de proyectarse inalterablemente a través del espectro energético que una vez ayudó a organizar el tronco evolutivo que le dio aspecto, y no estaremos, en consecuencia, errando al momento de interpretar la facultación de una Cualidad Definible especializada ocularmente como principio comunicativo en esa dirección… La interpretación obtenida desde Cruisse Quark nos servirá, estoy casi seguro, como fondo de contraste ante el mensaje emitido por la Cualidad Definible de Orden en la Interferencia (CDOI). Resultaría en vano tratar de comunicar dicho mensaje hacia el medio de contraste usual en que se apoya el sistema perceptivo del delfín. Se difuminaría en el acto. En cambio, si saturamos, o al menos ocupamos la superficie acústica del domo acuariano con la “devolución” secuenciada de la Cualidad Indefinible, no habrá modo posible de que el mensaje se mezcle en un fondo incaracterístico, y así podrá pasar fielmente al sistema interpretativo propio del delfín. Aproppion se rascaba su rapada cabeza, intentando digerir la información que salí de boca de Litbur como una metralla… No tardaron mucho en encontrarse con el ingeniero de sonido. Miraba con rigor al centro de la realidad, acondicionada con cantidad de aparatos y pequeñas herramientas. -Aquí estamos –le dijo Aproppion-. Conoce a Van Litbur. Fue él quien exigió el cristal. -Vaya artilugio –respondió sin rasgos de interés personal-. Sería más fácil intentar comunicarse con un flautín… Vean esto… Caminaron hasta un mesón repleto de planos y libros. -¿Qué es lo que no le parece, ingeniero? –le preguntó Litbur sentenciosamente. -¿Qué no me parece?, vaya, vaya… Observen esto: La musculatura interna, es decir, los labios internos que recubren el espiráculo, goza de un elevado grado de excitabilidad. Eso lo hace sumamente contráctil; puede variar, digo, replegarse, contraerse como anillo, acanalarse, en fin, adoptar la forma que a su dueño se le antoje, supongo que dependiendo de lo quisiera decir… No es un instrumento con tallas fijas como pudiera imaginarse, por el contrario, es un órgano altamente complejo, más simple de lo que parece ser nuestro aparato vocal, pero con la suficiente flexibilidad como para ofrecernos una gama sónica rica y cambiante… Por fortuna a nosotros nos interesa emitir un mensaje bastante específico, lo cual nos favorece al momento de elaborar el tipo de cristales acordes con la morfología que adoptaría el delfín al comunicar un mensaje similar. Sin embargo, debemos prever una respuesta cónsona de parte de ellos, lo cual ameritaría sin duda la confección de varias series de cristal, como un piano acústico de cristales isométricos. No creo que los delfines se remitan categóricamente a comunicar el mensaje, como si de hecho estuvieran preparados al respecto… -Van a estar preparados al respecto –señaló Litbur-. El señor Valiary permanecerá al menos 2 días suspendido isotónicamente. Esa situación nos permitirá, por un lado estabilizar la electrolisis cerebral, y por el otro, ver hasta dónde los delfines son capaces de familiarizarse con su cuerpo. Dependiendo de eso, estimaremos cuál será la modalidad de conversación a seguir con ellos, aunque debemos esforzarnos en, lo posible por simplificar al máximo el intercambio de información escogido. A propósito, ha pensado cuál podría ser la frecuencia equivalente a lo que humanamente se denomina ingenuidad. -He repasado los informes cuidadosamente. Me atrae la idea de comunicar una frecuencia de esa naturaleza como espina consciente del mensaje. Eso nos demostrará de una buena vez si la llamada inocencia y el perfil lúdico de los delfines tiene alguna relación íntima… Intentaremos con un juego… Recuerdan que los delfines se ayudan entre sí. Cuando uno de los “suyos” se encuentra en problemas, herido o indispuesto, y no tiene fuerzas para nadar, dos adultos se sitúan debajo de sus extremidades anteriores, y lo ayudan a salir a la superficie para que pueda respirar. Bien, se me ocurre… -Excúseme –interrumpió serenamente Litbur-. Soy yo quien está a cargo de ingeniar las fórmulas. Sé exactamente lo que piensa, es un juego peligroso. -Si estamos hablando del mismo método va a tener que reconsiderar sus formulaciones al respecto. En caso contrario deberán esperar a que se elabore la secuencia de cristales en base a otro sistema de actitudes –empezó a amontonar los papeles unos sobre otros. -Espere un momento –apresuró Aproppion-. ¿De qué método están hablando? -Si intentamos con una práctica familiar a las actitudes sobre vivenciales propias de los delfines, seguro que nos estaremos economizando un trabajo importante al momento de integrar el proceso comunicativo que en definitiva alineará el orden de los componentes comprometidos –empezó a explicar Litbur-. Digo, si los hechos que han de acompañar la transmisión del mensaje se conjugan al comportamiento habitual de los delfines, reduciremos la probabilidad de que desvíen la Cualidad de Orden en la Interferencia al tratar de interpretarla… ¿No es así ingeniero? -Continúe, por favor… -Para lograr semejante coincidencia será preciso arriesgar el soporte de la CDOI, es decir, Josuá. Cuando los delfines se hayan acostumbrado al domo y la presencia del cuerpo del señor Valiary, será el momento de arrojar a Josuá al agua. Como no sabe nadar exigirá ayuda, pedirá auxilio como un niño que se está ahogando… Naturalmente llevará un casco bifuncional. Por una parte le permitirá respirar, y por la otra transmitir sus señales de auxilio al cristal… Si conseguimos un elevado grado de fidelidad al emitir el mensaje llegaremos hasta lo más hondo de la aptitud sociable en los delfines. No podrán resistirse a la escena e inmediatamente intentarán ayudar. En ese momento intervendremos frustrando sus reacciones. Estableceremos un bloqueo instantáneo entre ellos y el señor Valiary por un lado, y Josuá por el otro –suspiró-. La frecuencia del mensaje les impedirá desistir de sus naturales impulsos de ayuda, pero al no conseguirlo, optarán por buscar auxilio en la figura del señor Valiary… Estoy seguro que harán todo lo telepáticamente posible para despertarlo. En poco tiempo comprenderán que es la única conexión posible entre su natural impedimento y el mensaje emanado de Josuá por primera vez más allá de la CDOI… Para entonces se habrá desencadenado el “circuito” apropiado, y ya no habrá modo concebible de que él, o los canales vitales entre el cuerpo y la Consciencia de Conservación en Proceso Redireccional se desconozcan. Su precipitación será casi inmediata… -Un momento, aguarde –interrumpió el ingeniero-. No logro concebir tal circuito en un campo tan incaracterístico. El hecho de que el domo acuariano provea ciertas condiciones de aislamiento no garantiza que los delfines respondan uniformemente a dicha superficie. ¿Qué me dice de la malla que utilizaremos para establecer el bloqueo? Será suficiente interferencia al momento de considerar sus acciones ecolocativas… En mitad de aquella desesperación será altamente dificultoso generar ese circuito del que usted habla… Se necesita… -Sé exactamente lo que necesitamos –mirando suspicazmente a Aproppion-. El fondo de contraste, si desea elaborarlo usted mismo, consiste en un programa de purificación realizado a nivel de la cromósfera solar… ¿Está su central departamental conectada al Cruisse Quark ingeniero? -Si, desde hace 3 días aproximadamente. -Bien, se deberá enviar a la sonda toda la información emisiva posible que sean capaces de realizar los 6 delfines en previo cautiverio, si es posible mientras se hallen familiarizándose con el señor Valiary. La evolución secuenciada de la CIOI será fundamental en la mimetización acústica de esa campo espacial. Saturaremos hasta una frecuencia de 81 kilociclos… Ello equivaldrá a lo que en el caso humano se interpreta como silencio… ¿No sé si logré explicarme? -Vaya forma de resolver problemas –aceptó el ingeniero apoyándose sobre la mesa de trabajo-. Ahora me parece ver claramente la colinearidad del circuito: CDOI-Delfines-CPDP-CCPR-CIOI… Si, me parece viable, creo que lo conseguiremos… Si!


 Donde: CDOI: Cualidad Definible de Orden en la Interferencia CPDP: Contaminación Progresiva del Desarrollo Particular CCPR: Consciencia de Conservación en Proceso Redireccional CIOI: Cualidad Indefinible de Orden en la Interferencia Obviando Las Características funcionales del desarrollo particular hare síntesis en que el desarrollo fisicoquímico de las persona equivale a una similitud entre la vida misma y el convenio que existe entre el orden y la reacción… equivalemos decir que construimos nuestro propio capullo y desde el atravesamos la cavidades lingüísticas que generemos e ilustramos su afinidad, diversificamos y congruimos bajo su efecto