Antonia Ceada Acevedo

1-12-2011

Cuando la mar azota

Lo interminable de mí

Absorbiéndome hasta las profundidades

Donde yo me encuentro,

Me asombro, me sorprendo

Con una blanca rosa entre mis manos.

Ella, la mar, me muestra

Las corrientes, los remolinos de colores,

Y yo, sonriente trago su agua;

Me la bebo…

Porque no hay mayor suerte

Que ser gota de sal.

La mar me sabe; me adora.

Me devuelve a la orilla

Sana de hendiduras…

Y yo, yo abro mis alas

Para volver a ser gaviota.

 

Antonia Ceada Acevedo