Paragonimus

solo quería decirle que usted es mi vida.

 

Cayeron bocas de sus ojos

-no hablaron-

cayeron sobre lluvia evaporada

y no fueron nunca más lluvia.

 

Y las horas intensas de contemplar sus ojos

y esos segundos que manejaban mi vida junto a la suya

fueron lo que fueron, nunca fueron míos.

 

Como sus ojos, esa mirada profunda

sumergiendo mis sueños en su boca,

inquietante muestra del delirio cotidiano

…obsesiva costumbre imaginar.

 

¡Costumbre!

Siempre hablando de horarios,

siempre hablando a horas inciertas

y callando en momentos ausentes

 

…me hablaba del silencio,

ese catre oscurecido en sus labios.

 

¡Gritan silencios!

Me gritan, me asfixian, me matan.

 

Yo solo quería decirle que es mi vida…

pero mi vida le pertenece desde siempre.

 

Usted lo sabe,

sabe el sabor de mis días

y el olor de mis palabras.

 

Tal vez, no es necesario que se lo diga.