Irrumpe el otoño su entrada en mi jardín...
Rugiendo con la feroz voz de un dictador
va ordenando los nuevos
vestidos de las hojas
que en complot acuerdan
su lenta caída amarilla como las nuevas cuerdas
de un violín resistente en su esplendor/
El rumor cálido del estío
va mermando su reclamo
pero aun arde la llama en el parral dorado y
en el follaje se quema el fuego de la uva,
el vino macera su estirpe bravía
sin acatar orden de mandato/
Los claveles extienden su horizonte
antes de la noche encanecida,
mi jardín persiste su batalla de libertad profunda
y en el obeso paisaje de la rosa enardecida
veo mis flores alegres danzar
una festiva vendimia del jardín de marzo
sin ningún gesto de luto su brillante escote/
Miro mis pies temblando de ebriedad y
duermo paz en mi cansino sueño nocturno,
en telas y tamices que suenan a campanas me envuelvo
y en mis oídos anda el bronce resonando
sus dedos de metal pendulante/
Espero casi ausente de memoria trágica
la voluntaria sorpresa del otoño anfitrión
pintando un inédito cuadro en la próxima mañana,
con la doblada magia de un pintor estrafalario
y trazando vívidos colores apasionados/