enmanuelmundo

llegaste…

 

Cuando menos lo esperaba,

Tomaste el camino más cercano, te plantaste en mi pensamiento,

Y dibujaste en mi semblante una sonrisa perenne…

Ahí, como un árbol te plantaste en mi espacio,

Extendiste tus brazos a mi soledad como la luz del  sol a la tierra,

Y fue pequeña la sombra del pasado, que no lograron nublarlo,

Porque fuiste fuente que me dio de beber cuando estaba cansado,

Porque fuiste el abrigo que me cobijo en tantas noches nocturnas

Porque te  sentí junto a mí, cuando camine descalzo el camino de la vida.

Porque tus lagrimas fueron también las mías.

Un tiempo al llegar, me asome por un agujero que existe entre la soledad y la libertad,

Ahí sobre ellas estabas, pensativa, con tu cara de niña inocente…

Con una larga sonrisa, que fue como una estrella fugaz en mi espacio,

Caminaste en mi poesía, como una lagrima en tu mejilla

Como queriendo no escapar del sueño que te ofrecía,

Resbalabas suavemente, hasta caher en la arena, que fue nuestro silencio,

Consumidos por el miedo que deja una herida, cuando se ha querido,

…eso creía de tu vida, cuando me decía que era difícil el pasado,

Cuando consumidos por la tecnología me volvía adicto a su sentimiento,

En cada palabra que escribía, sonreía…

Y volvía cada día a quererla encontrar de forma virtual,

No me decía, e intentaba alejarme como la luna del día,

Pero como ella, siempre en algún momento caía, y volvía a mostrarla,

Y creaba estrategias y no servían de nada.

Me sentí como la sombra que te siguió por donde tu ibas,

El solitario, que nunca temió a la soledad, me decía,

El que siempre pudo amar, pero desvió el camino para llegar hacia ella,

“…la soledad no existe me decía, solo es el miedo a no pertenecer a nadie.”