Guillermo Sánchez

Bebiendo amargura.



Trago gritos,

bebo amargura.


Por mi pecho escurren carmesís cadenas
que huelen rojizas y finitas, 
me atan, fuertemente
apresurando la condena.


Consumo el fragante sabor de mi fe.
Fusilo penas y con ellas estantes
donde fui adorado para luego ser desechado.


 Y me seducía el volar,
porque
no podía volar.
Y me cautivaba el soñar,
porque
no aguantaba respirar.


No cambié, 
no emigré...


Enterrándome me hallé y no transmuté 
como agua en vino, sino como mar en desierto.
Grano de arena,
que busca ser cristal.
Grano de arena,
que busca el mar.

Estrella a punto
de estallar sin 
dar más fulgor 
a su derredor.
Vacío, indeleble vacío.

 
Trago gritos,
bebo amargura.

 
Ya no hay más cadenas y así me dirijo
al agujero negro de las ruinas de mi 
recóndito interior...