AdelaVila

Aquel parque

Y la pasión nimia

llenaría, irreconciliable,

aquel tiempo y lugar.

 

Sucumbe, humillada,

alejándose, educada,

en la bonanza del orto.

 

Inquilina vanidad,

caminante de templanza,

al revés de la realidad.

 

Donde la nodriza ondina

suavemente columpia

un cupido abatido.

 

Custodia la cancerbera

la muerte del alma,

aquellos cinco minutos...

 

Y el beso desnudo

ahogándose en su llanto…

dice -vete, son las doce y cinco.