Bertiztua

Esperanza


 

 

El hombre hacía la sombra.

 

Le venía bajo un palo santo temblores del rayo y la miseria.

Supo del miedo y del amor angelicado sin carne de palomas.

Enfrentó leones, tomó bandera y se opuso macizo a la hermosura.

 

Padeció la visión descolorida.

Ciego al occidente no hallo espera y en oriente pensó la guerra más ignorante.

 

No quedaba agua sin sangre.

No había piedra inmaculada para el descanso.

No tenía sueños, sin altares ni camino estaba solo y sin semilla.

 

Espada y pensamiento, eran instrumentos de su falsa arquitectura. Levantó paredes ominosas, - sin saberlo -, la cárcel de la fruta:

Su jaula idiota.

 

Cuando vertical de luz, giró arrepentido en la esquina del buen ánimo con el destino, lloraba el atropello de la paz y  su alegría.

 

Ampollado su discernimiento,  desvistió la culpa, en la penumbra de su fantasía. Sin ropa ni llaves, lucía la esperanza del Hombre Nuevo.

 

Entonces, respetó su fuego y quitó el jazmín de las hornallas.