ALVARO J. MARQUEZ

¡PRIVADA! (Historia verídica)

"Cuesta creer que un bebé recién nacido,/ cuando se pone a llorar,/ sepa de algún modo que estás afligido/ y te quiera manipular".


("ESPASMO DEL LLANTO")

 

La experiencia de ser padre la viví

siempre con muchísima intensidad,

no era algo que esperaba en verdad

cuando aquella noticia un día recibí.

 

Fue la única hija que en mi vida tuve,

3,300 pesó y 52 centímetros midió...

Vivir aquel sueño tanto me encantó

que no pensé en bajarme de esa nube.

 

La niña nos hacía muy felices a los dos,

la vida parecía pasar con mucha prisa...

nos cautivaba ver su hermosa sonrisa

y los primeros sonidos de su voz.

 

Un día como bebé al fin, empezó a llorar

y abrió su boquita... pero no la cerraba,

el tiempo con angustia se nos pasaba

y la niña en su llanto no quería parar.

 

Un color morado se apoderaba de ella,

la niña estaba privada y nada que volvía,

era una angustia increíble la que vivía,

experiencia de terror sin duda fue aquélla.

 

Arqueaba los dos brazos frente a su cara

y hasta sus ojos en blanco los ponía...

todo aquello tan feo ante nosotros sucedía

como si de un ataque epiléptico se tratara.

 

La misma situación se repitió una y otra vez,

segundos sin respirar, con sus labios morados,

su madre y yo ya estábamos desesperados,

ya había una angustia grande en los tres.

 

Pasaba varios segundos en ese ataque extraño,

un día lo hizo, me molesté y le di una nalgadita,

había salido de uno y empezó de nuevo la chiquita

y me asusté y creí que le había empeorado el daño.

 

Nadie nos la quería cuidar, lógico nos parecía,

hacíamos de todo, cualquier ayuda era poca,

incluso le dábamos respiración boca a boca

o la metíamos en una ducha de agua fría...

 

La niña tiene mal de ojo” nos decía la gente,

otros osados nos hablaban hasta de brujería,

hasta que una tarde con carácter de urgente

un pediatra que nos recomendaron la atendía.

 

El mismo ataque de pronto le volvió a dar

en mis brazos cuando le contaba al doctor,

nos miró el médico y nos dijo “por favor...

ponga a la beba en el piso y déjela llorar”.

 

Así lo hice y la niña siguió los mismos pasos,

ojos en blancos y sus labios muy morados,

su madre y yo contemplando muy asustados

cómo de nuevo ella arqueaba sus brazos.

 

La bebita hace eso para manipularlos

cuando ustedes la regañan, la reprenden,

es un arma que usa y sabe que la entienden

y les hace todo eso para manejarlos”.

 

Les digo ahora amigos, amigas que me leen,

después de esto hay algo que confirmé...

Que aunque el niño o niña sea sólo un bebé,

sabe más... mucho más de lo que creen.