Arturo Nafarrate

Juegos Prohibidos

Hola bella dama,
 Le escribo porque desde que la conocí,
Me ha robado el alma,
Porque eh jugado con fuego y me ha gustado tomarla...
 
Tomarla entre mis brazos,
Tenerla entre mis dedos,
Derretirme en su boca,
Y mirar mi reflejo en sus ojos.
 
Me ah hechizado el sabor de tu saliva,
Me ha envenenado tu piel que es tan tersa y bonita,
Me han atrapado esos ojos tan sinceros,
A la hora de decirme "Te quiero"
 
Mirar ese cabello,
Que es un manto castaño tan hermoso, ¡Tan bello!
Tan bello como lo es usted,
Tenga la bondad de permitirme verla otra vez.
 
Cuento con ansia los segundos para el reencuentro de nuestros corazones,
Que se me van volando entre las nubes millones de relojes.
Pido desesperadamente un motivo para viajar a tu planeta,
Y quedarme ahí, estacionado en tu banqueta,
Observarte, aunque sea de lejos, Observarte si quiera,
¡Para observar ¡Lo más bonito!.
 
¡Ya lo sé!, Es que, Deliro,
Deliro entre mis sueños al soñar que tú eres mía,
Deliro por querer tenerte, después del tiempo injusto,
Deliro al despertar y ver tu cara en mi almohada y en el aire,
En el simple aire, que me acompaña.
 
Como no mirarte en esos ojos,
Como no sentirte en esos brazos,
¡Yo lo sé! Nadie es de nadie un remplazo,
Pero me tienes tan impactado que te miro en todos lados!
 
Te miro en la sonrisa más hermosa,
Te miro en las flores, esa flor blanca,
Te huelo en esa flor, ese olor, impregnado con tu amor,
Ese olor que no se ira de mis recuerdos desde aquel entonces,
¡Hasta el día de hoy!
 
Miro plasmada nuestra imagen,
Recuerdos de un amanecer contigo,
De una tarde juntos,
Y un anochecer pensando en ti.
 
Querida alma de poeta,
Seré tu romeo si quisieras ser mi Julieta,
Con un triste amor suicida,
Con el alma partida, pues, lo siento
Pero por hoy, Está dividida.
 
Encaja esta daga inyectada de dolor y de ternura combinada,
¡Encájala!, encájala en mi pecho y moriré en silencio,
Te encuentro ya sea en el infierno o en el cielo,
Te mirare hermosa como siempre espero.
 
Hoy, es otoño, el otoño más triste de mi vida,
En estas precoces noches me pregunto, ¿Querida, te veré algún día?,
Espero con ansia que regreses mi alegría
Y mirarte, en el momento que se alarguen más los días.
 
Me despido hoy, con estas palabras,
Tal vez y mañana escriba unas nuevas,
Tal vez me inspire tu cara tu sentido del humor o tu bella silueta
Tal vez me huela las manos para acordarme de tu olor de princesa,
Tan perfumada siempre, que el recuerdo vuelve a mi cabeza.