RICARDO ALVAREZ

poema 32 - CONSTELADOS - de Pasionario

 

Flor lila que en mis manos te embriagas

como una beoda cumbre de olas marinas.

Ebria de besos, mi tierna trementina,

expandes tus alas de loco capullo criado en el aire y

abres tus alas incansables de golondrina sin amuras.

En tu inquietud peregrina asciendes en silencio tu despegue de suelo

imitando un Icaro felino en camino a febo.

 

Los ecos del momento sin hora se propapagan

por tus manos de agua y arpa

donde canta el viento marino revivido su pulso azul de arteria casta.

Sueltas velas en tu aliento de espuma con delirio y

el profundo océano madre acaricia nuestras gigantes corolas submarinas/

 

Abro tu carne de cintura con mano de draga y cauce

y en el metal florecido tras tu pulida espalda diamante

estampo plástica artista de años moldeando tu estructura/

Conozco tanto tu ruta que he dibujado la  dirección de mis planos

y al doblez de tu cuerpo de morada en altura

entramos al estambre firme de los aromas

como dueños de nuestro hogar sin sombra

donde el perfume de la acera olorosa golpea rogante su entrada de ventana/

Pero allí están tus sudores girando en los marcos

y mis sales escarlatas andan la rúbrica

de tu elegancia glauca en cada partícula,

buscas mis palmas de roce donde se lubrica tu ejercitado sexo sin horario.

No me requiere más que amor

para que mi dimensión de hombre penetre tus mojados labios verticales/

Llevas el rocío al limite marino.

La conquista de mis reinos de mucosas.

La paciencia de la madera transita tu piel de hoja y

es tu boca donde arrojo licoreas copas de sutiles hervores/

Me concentro en la rica belleza de tu hora iluminada

cuando alumbras con tus dos regalos mis ojos de farola,

las pestañas encienden su tea de alambique.

al templo de los madores de rojo veteados

en nuestros turbulentos cuerpos constelados/

 

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